Nada nos
garantiza el futuro. De lo único que sí podemos estar seguros es que la
felicidad por el tiempo que sigamos en el mundo dependerá de la práctica de los
principios espirituales. Sin ellos, no importa que tan ventajosas sean nuestras
circunstancias, no podremos tener una vida plena. Otra vez habría que buscar
paliativos que nos hagan olvidar por ratos el enorme dolor emocional y que al
resultarán insuficientes y finalmente lo incrementarán. La suspensión de la
terrible condena que igual que la del alcohólico pende sobre nuestras cabezas,
se acabaría. La sobriedad emocional exige un gran cuidado. Dada nuestra
tendencia al egoísmo, es un desafío diario escribir nuestra historia
manteniendo mente y corazón puestos en las enseñanzas del Programa y aferrados
a un Poder Superior.
Esa batalla nos convierte en soldados cada vez mejores y
cuyas victorias irán siendo más numerosas y sencillas. Esa perspectiva me anima
a seguir esa lucha porque las probabilidades de triunfo, si sigo las ideas
correctas, estarán siempre a mí favor. Mi
propósito es que cuando revise las páginas de mi historia encuentre más luces
que sombras, más victorias que derrotas, más bien que mal. ¡Con toda la ayuda que
tengo disponible puedo lograrlo!
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