Paulatinamente, con la ayuda de mi
Poder Superior, he podido ir eliminando mis defectos de carácter.
Consecuentemente he ido recuperando el control de mi vida. Ya puedo tachar
varias de las incapacidades de la lista que hice como parte de mi Primer Paso.
Acepté que, fuera de mí no puedo cambiar a nadie, pero que cambiando yo
cambiaba todo. Esta simple admisión me quitó un peso de encima. Mis esfuerzos
debían encaminarse a robustecer el dominio propio. No puedo ni me interesa
cambiar a otros. Por supuesto quisiera que las demás personas gozaran de todos
los regalos que disfruto, pero es su decisión transitar por el mismo sendero
que he tomado. Mi insistencia en que me siguieran si no están dispuestos además
de molesta, sería inútil.
Junto con la libertad que obtuve vinieron nuevas
responsabilidades, mismas que acepto con alegría. Asumirlas me hace crecer y me
hace más independiente. En un pasado las hubiera rehuido. Se las dejaría a
otros a los que exigiría las cumplieran y a cambio les cedería mi libertad. Esa
actitud me invalidó.
Ya no quiero buscar excusas para limitarme y evadir
responsabilidades. Quiero explorarme para encontrar todas mis capacidades,
explotar ese potencial y usarlo para los propósitos del Dios de mi entendimiento.
El miedo ya no tiene el control: Lo tengo yo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Le sugiero dejar su comentario usando la opción Anónimo