martes, 13 de noviembre de 2018

Ya no quiero esconderme de la vida


YA NO QUIERO ESCONDERME DE LA VIDA
Anónimo
The Forum
, noviembre 2018

El aislamiento es un término a menudo asociado con los presos o personas con enfermedades infecciosas. Sin embargo, cuando estaba conectada con la enfermedad del alcoholismo, adquirió un significado completamente nuevo para mí. Me había jubilado recientemente de una posición que, durante muchos años, me dio muchos amigos y una segunda familia. Siempre fui extrovertida y disfruté el contacto con otros. Sin embargo, a pesar de lo gratificante de mi trabajo, estaba lista para retirarme y no estar restringida por un horario establecido. Nunca podría haber imaginado la agitación que ocurriría en nuestras vidas poco después de que me jubilé. Mi esposo y yo descubrimos que nuestra hija era alcohólica y para entonces ella ya estaba en el camino de las consecuencias potencialmente mortales.

Una vez que ingresó en rehabilitación por primera vez, dejé de comunicarme con casi todos, excepto con las personas que estaban allí. Me avergonzaba decirle algo a mi familia o amigos, y sabía que nuestra hija tampoco quería que se enteraran de sus problemas. Mi esposo y yo dejamos de ir a cualquier lugar excepto a rehabilitación para verla. Con el tiempo, parecía que estaba mejorando, pero todavía tenía miedo de irme de casa en caso de que pudiera recibir una llamada de ella o de alguien más que nos dijera que había tenido un accidente o algo peor. Todo este tiempo, realmente estaba perdiendo la cordura y volviendo loco a mi esposo. Estaba tratando de controlar todo lo que hacía nuestra hija. Me dije a mí misma que podía hacer que dejara de beber si me escuchaba a mí, a su padre y a su marido.

Cuando entró en rehabilitación por segunda vez, estaba segura de que era mi culpa. Pensé que si hubiera presionado más, no habría necesitado regresar. Sin embargo, resultó ser el primer paso en el camino hacia la recuperación para mí, y tengo que agradecerle a mi hija por eso. Ella sugirió que Al‑Anon podría ser un buen programa para mí, y que un libro titulado Cómo ayuda Al‑Anon a los familiares y amigos de los alcohólicos podría explicar más sobre esto. Compré una copia y me concentré en todo lo que tenía que decir sobre Al‑Anon y la enfermedad del alcoholismo. Comencé a ir a un grupo de familia Al‑Anon y encontré personas amorosas que comprendían lo que estaba pasando. Me escucharon sin juzgar cuando compartí mis miedos y lágrimas, y también escuché y aprendí de sus experiencias.

Aprendí en Al‑Anon que estoy aquí para mi propia recuperación y una nueva comprensión de mí misma. A nuestra hija le está yendo bien estos días con la ayuda de A.A., y nuestra relación es mejor que nunca. Aprendí a no aislarme más y me permití disfrutar de mi vida, mi familia y amigos.

Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Groups Hdqs., Inc., Virginia Beach, VA.

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