domingo, 12 de julio de 2015

La mentira de la media naranja




En una boda a la que me llevaron de niño contaba el sacerdote que, según la mitología griega, el hombre y la mujer eran un solo ser y que durante un enfrentamiento con los dioses, Zeus los separó. Desde entonces cada uno anda en busca de su mitad. A muchos les sonará muy enternecedora y romántica esa homilía, pero perpetúa la falsa idea de la incompletitud de las personas y que solo se supera al estar en pareja. Eso fue lo que me dio a entender el relato en ese momento. Yo tenía que encontrar mi parte arrebatada para sentirme completo y si no, viviría frustrado.

 Veo que mucha gente todavía está a la espera de esa media naranja que venga a suplir sus carencias emocionales y las haga felices. Dentro Al-Anon he escuchado muchos testimonios sobre esa búsqueda desesperada (más desesperada en los que más carencias tenían) de la mitad necesaria para ser pleno. No fue sino hasta después recibir una fuerte dosis de desengaños empezaron a dudar que dicha mitad existiera. Fueron descubriendo que la felicidad es un asunto personal y que no había necesidad de una pareja. No era algo imprescindible para su realización. Podían decidir si tenerla o no y en caso de quererla, sería para desarrollar un proyecto en conjunto para seguir creciendo. Comprendieron que si ese proyecto fracasaba, se dejaba atrás, llenos de tranquilidad y esperanza, en vez de aferrarse a un desastre.

 En el momento en que escribo esto, pasó sin verme una joven pareja con su bebé en brazos. Iban peleando disimuladamente. Él la amenazaba, bufando y de manera muy  vulgar, con que le iba a pegar. Ella, no menos agitada, lo provocaba para que lo hiciera. Esa situación, para los que no les quede claro, ilustra muy bien que una pareja no es sinónimo de felicidad. Bien podría ser lo contrario. Lo mejor que se puede hacer es practicar el Programa para que en caso de querer una pareja, escoger más sabiamente y estar preparado para aportar lo mejor de sí mismo.

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