domingo, 26 de julio de 2015

Ataque de ansiedad

Siempre le pido al Dios de mi entendimiento que me ayude para compartir algo que sea de utilidad a otras personas en recuperación. Puede que me traiga a la mente a una frase, un recuerdo o una situación actual que me despierta una necesidad tal de comentarlo, que haga que las palabras fluyan sin detenerse hasta que no me sienta satisfecho con el mensaje trasmitido. En este caso se me presentó un problema de salud.

 Durante dos días estuve muy mal por un problema estomacal y luego vino un ataque de ansiedad. Cuando el cuerpo se enferma, la parte emocional también se ve afectada y sospecho que ese problema en el estómago lo desencadenó. Fue una desagradable sorpresa. ¡Se suponía que eso ya estaba superado desde hacía muchos años! Otra vez la falta de aire y la sensación de un peligro inminente contra mi vida que yo consideraba iba bien encarrilada. El pesimismo quiso apoderarse de mí. ¡Volvía el viejo presagio de que iba a vivir meses de pesadilla! ¡Nuevamente el futuro volvía a lucir aterrador! ¡Mi vida otra vez iba para el abismo! Hubo una alerta general en la familia. Creo que excepto yo, la gente se olvidó de pensar. Su solución, nacida del temor reflejado en sus caras y que no fue nada efectiva, fue decir "no puede dejarse caer en eso". Sonaba más a reto que a apoyo, lo que aumentó mi angustia en ese lapso de desasosiego. Luego simplemente pedí ignorar lo que estaba pasando y que me hablaran de cosas agradables, pasadas o presentes, para distraer mi mente y alimentar mi positivismo. Esa fue la solución. Una vez que recobré el control y una relativa calma, recurrí a la oración y me dormí. Al final todo acabo. Ese episodio duraría quizá una hora.

 ¿Qué lecciones aprendí de esto? Que no estoy exento a las recaídas, pero cuento con las herramientas que me da Al-Anon para recuperarme. Además, mi familia, aunque comprobé que todavía tiende más a reaccionar que a razonar, hace lo que puede con las mejores intenciones y su apoyo es incondicional. También ese pequeño bajonazo me sirve para empatizar más con los otros que sufren como yo los efectos de la neurosis, y me recuerda no claudicar en mi solidaridad. 

 ¡Gracias Dios por enseñarme que detrás de lo negativo puedo encontrar un tesoro y que, aunque haya altibajos en el camino de Al-Anon, la ruta siempre irá hacia arriba!

 C.G.

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