Les comparto esta
historia escrita por Terry H. de Washington para la revista The Forum de mayo de 2001:
Apuesto que quizá
esto se debió a esos programas de vaqueros que pasaban en la televisión cuando
crecía. Pensaba que en cualquier momento en que alguien que yo amaba estuviera
en problemas o a punto de ser herido, cabalgaría en mi caballo blanco, llevando
mi sombrero blanco y lo salvaría. Después de deshacerme del mal amenazante,
aquellos que me amaban estarían seguros para siempre.
Cuando me
convertí en padre y abracé por primera vez a mi hija, pensé que nada en este
mundo la heriría, no mientras yo estuviera vivo y no en tanto yo fuera su papá.
Los papás eran esos héroes que cabalgaban y detenían el problema.
La noche que puse
la cabeza de mi hija en mi regazo porque ella estaba demasiado inconsciente a
causa del alcohol, yo estaba en tal negación que no tenía idea de lo que
la estaba hiriendo. Me empecé a dar cuenta por primera vez de que no había un
caballo blanco y que yo no era un héroe. Era un padre que amaba a alguien que
bebía y que estaba fuera de control, y yo no tenía a dónde acudir.
Intenté todo lo
que sabía y fallé. Incluso recuerdo rezarle a Dios para que me dejara
morir si eso cambiaba la vida de mi hija y la salvaba. Dios escuchó y respondió
pero no de la manera en que le pedí en mi rezo. Me llevó al punto en que puse a
mi hija en tratamiento por su alcoholismo y ahí fue donde escuché lo que cambió
mi propia vida: Al-Anon.
Empecé a ir a
Al-Anon hace casi cuatro años y no soy el mismo. Hoy soy alguien que ama,
alguien que ha aprendido a perdonar, alguien que puede aceptar. He
aprendido esas cosas de un cuarto lleno de héroes que se reúnen las noches de
cada martes, miércoles y jueves. No llevan sombreros blancos ni cartucheras, pero
enfrentan sus más grandes temores con valor y lágrimas, un paso a la vez.
En un mundo
concentrado en las malas noticias, esta gente me enseñó que los héroes existen.
Hacen lo mejor que pueden con lo que su Poder Superior les da. Los Doce Pasos
nos ayudan a caminar por el sendero de la vida, pero no es fácil. No siempre
hay finales felices, aunque he visto puestas de sol a las que vale cabalgar.
Al-Anon me da suficiente paz para disfrutar la belleza que existe incluso en
tiempos tempestuosos.
Amo a mi hija.
Dios sabe que daría mi vida por ella si eso pudiera salvarla del dolor y el
sufrimiento. Dios cuida a mi hija y la ama más de lo que yo podría. Pienso que
él también me ama y que cree que soy un héroe solo por tratar de vivir la vida
un poco mejor, por enfrentar aquellos temores que todo padre enfrenta, y por
tratar esforzadamente siempre de hacerlo con amor.
Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon
Family Groups Hdqs., Inc., Virginia Beach, VA.