domingo, 16 de julio de 2017

De nuevo en el camino



Les comparto esta historia escrita por Kwen S. de Minnesota para la revista The Forum de enero de 1998:
 

Un día frío en pleno invierno, estaba viajando en un abandonado camino rural para ver unos amigos. No sabía que un viento del norte había amontonado la nieve. Lo que solían ser suaves montículos se volvieron duros asientos de nieves.
Uno de esos asientos de nieve estaba en el camino, delante de mí. Lo que pensé fue “Si paso a cierta velocidad, debería atravesar la nieve”. Con nieve más suave la estrategia hubiera funcionado. En este caso la velocidad me puso en medio de un problema ¡Estaba atascado!

Intenté meciendo el vehículo hacia adelante y atrás. No funcionó. Como mi auto es pequeño, pensé que podría empujarlo con las manos. Tampoco funcionó. No importa cuánto forcé el motor e hiciera girar las ruedas o cuánto empujara, nada funcionó. Todas mis habilidades humanas, fuerza y sabiduría no sirvieron para nada ¡Estaba atascado!

¿Qué hice? Luego recordé el lema “Suelta las riendas y entrégaselas a Dios”. Oré “Dios, estoy atascado. Estoy en problemas. He intentado todo lo que humanamente puedo y nada funciona. Necesito tu ayuda”.

Y de casualidad a los 10 minutos un residente del área llegó. Entre sus empujes y mi conducción, sacamos el auto del asiento de nieve y estaba de nuevo en el camino, aunque mi Buen Samaritano quedo rociado de nieve.  

Vivo mi vida como ese incidente. Giro mis ruedas mentales gastando mucha energía. Al final resulta que no voy a ninguna parte. Estoy atrapado irremediablemente y todo mi esfuerzo humano me atasca cada vez más. Me atasco en el pasado considerando actos y palabras que nunca debieron haber pasado. Las memorias continúan persiguiéndome y apretó los dientes y hago muecas cuando recuerdo. A veces me atasco en el futuro. Si el presente es desesperado y sobrecogedor, pienso que el futuro será igual ¿Qué puedo hacer?

Puedo admitir que estoy atascado y que mis esfuerzos son inútiles. Puedo soltar las riendas y entregárselas a Dios y puedo orar ¿Quién sabe lo que Dios pueda contestar? Quizá como en mi situación invernal, llegue la ayuda humana. Quizá un hecho o idea pasada por alto llegará. Quizá un definitivo sentido de la presencia de Dios me dará esperanza. Lo que mi experiencia, fuerza y esperanza me dicen cuando estoy atascado en la vida es que debo soltar las riendas y entregárselas a Dios. Descubro que un camino se abre donde no había antes uno. Incluso puedo aprender de la experiencia y no volver a quedar atascado otra vez.




Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Groups Hdqs., Inc., Virginia Beach, VA.
 

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