Les comparto esta historia escrita por
Kwen S. de Minnesota para la revista The Forum de enero de 1998:
Un día frío en pleno invierno, estaba viajando en un abandonado camino
rural para ver unos amigos. No sabía que un viento del norte había amontonado
la nieve. Lo que solían ser suaves montículos se volvieron duros asientos de
nieves.
Uno de esos asientos de nieve estaba en el camino, delante de mí. Lo que
pensé fue “Si paso a cierta velocidad, debería atravesar la nieve”. Con nieve
más suave la estrategia hubiera funcionado. En este caso la velocidad me puso en
medio de un problema ¡Estaba atascado!
Intenté meciendo el vehículo hacia adelante y atrás. No funcionó. Como
mi auto es pequeño, pensé que podría empujarlo con las manos. Tampoco funcionó.
No importa cuánto forcé el motor e hiciera girar las ruedas o cuánto empujara,
nada funcionó. Todas mis habilidades humanas, fuerza y sabiduría no sirvieron
para nada ¡Estaba atascado!
¿Qué hice? Luego recordé el lema “Suelta las riendas y entrégaselas a Dios”. Oré “Dios, estoy atascado. Estoy en problemas. He intentado todo lo que humanamente puedo y nada funciona. Necesito tu ayuda”.
¿Qué hice? Luego recordé el lema “Suelta las riendas y entrégaselas a Dios”. Oré “Dios, estoy atascado. Estoy en problemas. He intentado todo lo que humanamente puedo y nada funciona. Necesito tu ayuda”.
Y de casualidad a los 10 minutos un residente del área llegó. Entre sus
empujes y mi conducción, sacamos el auto del asiento de nieve y estaba de nuevo
en el camino, aunque mi Buen Samaritano quedo rociado de nieve.
Vivo mi vida como ese incidente. Giro mis ruedas mentales gastando mucha
energía. Al final resulta que no voy a ninguna parte. Estoy atrapado
irremediablemente y todo mi esfuerzo humano me atasca cada vez más. Me atasco
en el pasado considerando actos y palabras que nunca debieron haber pasado. Las
memorias continúan persiguiéndome y apretó los dientes y hago muecas cuando
recuerdo. A veces me atasco en el futuro. Si el presente es desesperado y
sobrecogedor, pienso que el futuro será igual ¿Qué puedo hacer?
Puedo admitir que estoy atascado y que mis esfuerzos son inútiles. Puedo
soltar las riendas y entregárselas a Dios y puedo orar ¿Quién sabe lo que Dios
pueda contestar? Quizá como en mi situación invernal, llegue la ayuda humana.
Quizá un hecho o idea pasada por alto llegará. Quizá un definitivo sentido de
la presencia de Dios me dará esperanza. Lo que mi experiencia, fuerza y
esperanza me dicen cuando estoy atascado en la vida es que debo soltar las
riendas y entregárselas a Dios. Descubro que un camino se abre donde no había
antes uno. Incluso puedo aprender de la experiencia y no volver a quedar
atascado otra vez.
Reimpreso con la
autorización de The Forum, Al-Anon Family Groups Hdqs., Inc., Virginia Beach,
VA.
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