Recientemente he estado visitando un centro de
rehabilitación física debido al quebranto de salud que sufrió un familiar
y que requirió internamiento. El visitar hospitales me sirve de motivo para
practicar la compasión y el agradecimiento. Ver como a algunos se les complica
las actividades más simples como respirar, me recuerda lo valioso que es poder
hacerlas. Por mucho tiempo solo agradecía lo que me parecía especial o
extraordinario. Ahora me doy cuenta que tenemos muchas cosas extraordinarias
que muchos solo consideramos como tales cuando surge la amenaza de perderlas o
cuando se pierden.
Ver tantos pacientes con tan graves de problemas de
movilidad me hizo pensar en mucha gente que también tiene graves problemas de incapacidad,
pero espiritual. Una vez un tenista con un problema físico hablaba delante de
unos estudiantes y les decía que la diferencia entre ellos y él es que ellos
podían ver su limitación, pero él no la de ellos. Estar en ese lugar me pone a
reflexionar lo normales que podemos sentirnos porque nos vemos solo de manera
externa pero un análisis más profundo revelaría nuestras graves incapacidades
espirituales.
Los que hemos convivido con alcohólicos por un tiempo
prolongado, desarrollamos una discapacidad espiritual. A diferencia de un
problema físico no se ve y por eso no suele ser detectado y si lo es, no se le
suele ver su gravedad lo que impide buscar ayuda. Lo bueno es que para los que
puedan darse cuenta de su problema, existe un centro de rehabilitación
espiritual al cual recurrir: AL-ANON. Ahí se aprende a desarrollar nuestras
facultades espirituales que se vieron atrofiadas a veces desde muy temprana
edad, incluso antes de nacer. La terapia espiritual, como en el caso de la
física va a requerir mucho esfuerzo propio y puede resultar dolorosa, pero el
resultado vale la pena.
Otra cosa que pienso cuando veo esos pacientes es la
tolerancia y compresión hacia nuestras limitaciones. Si bien es cierto no puedo
aceptar un comportamiento inaceptable de ninguna persona, debo comprender que
está limitada. No puedo esperar que
corra alguien que difícilmente puede caminar. Quizá algún día con el esfuerzo
suficiente pueda correr, pero mientras debo entender que hace lo que puede.
Gracias a Dios mucha gente fue muy tolerante conmigo y
lo sigue siendo porque mi proceso no ha terminado ni terminará mientras viva,
pero por la gracia de Dios voy mejorando.
C.G.
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