viernes, 19 de julio de 2019

Parálisis espiritual


Recientemente he estado visitando un centro de rehabilitación física debido al quebranto de salud que sufrió un familiar y que requirió internamiento. El visitar hospitales me sirve de motivo para practicar la compasión y el agradecimiento. Ver como a algunos se les complica las actividades más simples como respirar, me recuerda lo valioso que es poder hacerlas. Por mucho tiempo solo agradecía lo que me parecía especial o extraordinario. Ahora me doy cuenta que tenemos muchas cosas extraordinarias que muchos solo consideramos como tales cuando surge la amenaza de perderlas o cuando se pierden.

Ver tantos pacientes con tan graves de problemas de movilidad me hizo pensar en mucha gente que también tiene graves problemas de incapacidad, pero espiritual. Una vez un tenista con un problema físico hablaba delante de unos estudiantes y les decía que la diferencia entre ellos y él es que ellos podían ver su limitación, pero él no la de ellos. Estar en ese lugar me pone a reflexionar lo normales que podemos sentirnos porque nos vemos solo de manera externa pero un análisis más profundo revelaría nuestras graves incapacidades espirituales.

Los que hemos convivido con alcohólicos por un tiempo prolongado, desarrollamos una discapacidad espiritual. A diferencia de un problema físico no se ve y por eso no suele ser detectado y si lo es, no se le suele ver su gravedad lo que impide buscar ayuda. Lo bueno es que para los que puedan darse cuenta de su problema, existe un centro de rehabilitación espiritual al cual recurrir: AL-ANON. Ahí se aprende a desarrollar nuestras facultades espirituales que se vieron atrofiadas a veces desde muy temprana edad, incluso antes de nacer. La terapia espiritual, como en el caso de la física va a requerir mucho esfuerzo propio y puede resultar dolorosa, pero el resultado vale la pena. 

Otra cosa que pienso cuando veo esos pacientes es la tolerancia y compresión hacia nuestras limitaciones. Si bien es cierto no puedo aceptar un comportamiento inaceptable de ninguna persona, debo comprender que está limitada.  No puedo esperar que corra alguien que difícilmente puede caminar. Quizá algún día con el esfuerzo suficiente pueda correr, pero mientras debo entender que hace lo que puede.

Gracias a Dios mucha gente fue muy tolerante conmigo y lo sigue siendo porque mi proceso no ha terminado ni terminará mientras viva, pero por la gracia de Dios voy mejorando.
 
C.G.

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