Les comparto esta historia
escrita por Terry C. de Luisiana para la revista The Forum de noviembre de 2012:
Cuando compartí con mi Madrina el
temor de que mi esposo pudiera volver a beber otra vez, ella me dijo: “Es muy
probable que lo haga. Los alcohólicos beben —eso es lo que hacen—. El milagro es mantenerse sobrio”.
Eso fue algo duro de escuchar, pero me ha permitido dejar de parar la respiración,
como si la energía que gasto en preocuparme pudiera evitar que eso ocurra.
Enfrentar ese temor antes de que ocurriera me ayudo a soltar las riendas, a
exhalar, y a dejarlo ser. El volvió a beber otra vez. Fue algo triste y
doloroso, pero no me sentí devastada ni sorprendida. Los alcohólicos beben —eso
es lo que hacen—.
Lo que hice fue ignorar el temor. Simulando
que todo estaría bien, me considere un tanto valiente y simplemente seguí
adelante en lugar de reconocer el temor. Eso me sirvió bastante en muchas
situaciones. Cuando empecé a practicar los Pasos y me enfrente a la realidad de
esta devastadora enfermedad en mi vida y mi familia, me di cuenta de que no era
valiente. No me gustaba sentir que tenía miedo, así que lo ignore. Después de
una serie de llamadas hostigadoras al trabajo, le dije en broma a mi compañera
de trabajo: “No tengo miedo”, y ella me respondió: “¡Deberías tenerlo!” Las
acciones de un alcohólico furioso atemorizaban a mis amigos y familiares, pero
yo ignoraba lo que sucedía.
Fue aterrador y humillante
experimentar el temor, admitir que tenía miedo. Y lo tenía. Mi vida estaba
literalmente cayéndose a pedazos y ya no podía simular que eso no sucedía. Una vez
que empecé a permitirme “sentir” temor, el mismo empezó a girar en mi cabeza en
todos los peores casos, incluso en cosas insignificantes. Un instrumento muy
importante para mí fue anotar esas cosas, enumerar mis temores, en forma de
columna. Sacarlos de mi mente y escribirlos en un papel me permitió separar el
temor legítimo del temor falso.
Por ejemplo, perder mi casa era una
posibilidad verdadera según la realidad financiera que enfrentaba, pero muchos
de los otros temores eran
falsos: que mis hijos mayores no me volverían a hablar nunca más si separaba
nuestra familia, o que se me haría un tumor cerebral en cuestión de meses y no tendría
quien cuidara de mi (si, eso estaba en mi lista). En la enfermedad familiar del
alcoholismo, cierto temor es legítimo; las cosas malas suceden, pero gran parte
del temor que siento que me rodea es falso, y puedo verlo con mayor facilidad
como un impostor cuando está escrito.
Hoy me siento agradecida de que puedo
reconocer el temor, no ignorarlo ni simular que soy valiente. Aún me desagrada
la sensación de tener miedo. Escribir, hablar con los demás, aceptar el peor de
los casos y soltar las riendas son instrumentos que me ayudan a caminar a través
de periodos inevitables de verdadero temor. Mi frase en esos casos es: “independientemente
de lo que suceda hoy, voy a estar bien”.
Reimpreso
con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Groups Hdqs., Inc., Virginia
Beach, VA.
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