UN RAYO DE
ESPERANZA
Por Sherri
S., Oregon
The Forum, abril
2019
Mientras
conducía hacia la iglesia en esa noche cálida y oscura, deseaba desesperadamente
que la reunión se cancelara o que nadie más se presentara. Sentí que el nudo en
mi estómago se apretaba cuando entré en el estacionamiento lleno de autos, con
el temor llenando mi cuerpo como el helio a un globo. Con diez minutos para que
comenzará la reunión, me senté en mi auto y escudriñé a las personas que
caminaban por el sótano de la iglesia y oré para que no viera nadie que me
conociera ¿Qué pensarían si me vieran aquí? Ellos lo sabrían. Ellos
chismorrearían. Luego pensé en la desesperada promesa que me había hecho
mientras estaba acostada llorando en el piso del baño la noche anterior, de
darle una oportunidad a esto.
Salí de mi
automóvil y entré a mi primera reunión de Al‑Anon sintiéndome como una
estudiante de jardín de niños el primer día de clases. Bajé la cabeza para
evitar el contacto visual con alguien en la habitación. Personas de todas las
edades conversaban animadamente mientras sostenían tazas llenas de café o
chocolate caliente. Tomé tranquilamente una silla, esperando hacerme invisible
para los que me rodeaban, pero los miembros del grupo me dieron la bienvenida.
Cuando las personas empezaron a leer en voz alta, palabras como paz, serenidad
y esperanza se lanzaron como si fueran parte de la vida cotidiana. Si estas personas
están tranquilas y tienen esperanza, pensé, entonces sus historias no pueden
ser tan malas como la mía. Mi vida estaba fuera de control. Me senté en esa
silla como una esposa y madre ansiosa, de mal genio y con falta de sueño,
exhausta de fingir que mi vida era tan perfecta como la hice parecer en las
redes sociales. De ninguna manera iba a compartir mi experiencia con este
grupo. Pasé mis días buscando botellas ocultas y mis noches de insomnio
esperando a que mi esposo volviera a casa, discutiendo y haciendo amenazas
vacías de que debía detener la bebida o sino se las vería conmigo.
Cuando los
miembros del grupo compartieron sus historias, sentí que me quedaba
boquiabierta por la incredulidad. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, y
sentí un brillo de transpiración sobre mí. Una tras otra, escuché historias tan
similares a las mías que se contaban con compasión e incluso con serenidad.
Pronto la tensión comenzó a desvanecerse de mi cuerpo, cuando sentí los años de
ira contenida y resentimiento siendo empujados a un lado como la tierra de una
flor germinando. En su lugar brotó un destello de esperanza.
Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Groups Hdqs.,
Inc., Virginia Beach, VA.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Le sugiero dejar su comentario usando la opción Anónimo