Tres días después de recibir la noticia se confirmó la fuga. Se supo que estaba bien lo que también alivió a mi amigo, quien me enteré sospechaba era una fuga. Todo iba bien hasta que supe que había un tema de drogas detrás de su huida. Todavía me cuesta asociar a una jovencita tan tranquila y que se veía tan unida a su familia, a las drogas. Sé que es posible pero el hecho no dejó de golpearme emocionalmente. Me entristecí. Me puse a pensar en cómo se podía sentir mi amigo. Su hija estaba bien y resultó no ser del todo cierto, porque quien se mete en drogas se ha metido en un mundo oscuro y peligroso.
Alguien que conoce mi relación con diferentes grupos de Doce Pasos, me preguntaba si yo podía hacer algo al respecto. Como siempre contesté que, en temas de adicción, a menos que la persona consume quiera ayuda, no se puede hacer nada. Pero por los familiares se le puede orientar para que encuentren un grupo donde reciban el apoyo necesario. Se puede vivir bien incluso afrontando una situación tan complicada como tener un hijo con una adicción. Es posible seguir disfrutando de la vida viviendo circunstancias adversas y mucha gente en nuestros grupos puede confirmarlo. No tenemos por qué ser títeres de lo fortuito. Mi amigo tampoco tiene porqué serlo. La felicidad no depende de las circunstancias sino de nuestra actitud.
C.G.
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