Jamás me hubiera imaginado que tantas creencias que se me implantaron desde niño resultarían ser falsas y fatales para mi desarrollo. Por si fuera poco adquirí comportamientos equivocados para enfrentar la vida. Hoy puedo decir que no me formé para ser lo que tenía que ser. Una cosa llamada EGO tomó el lugar de mi verdadero yo. Mi propósito en el mundo se pervirtió. El egoísmo fue haciéndome su presa y deformó mi sentido natural de la felicidad. Andaba perdido lo que trajo como consecuencia vivir mal y sentirme mal.
El secreto de la felicidad es volver al camino original. Eso significa no prestarle oído a ese amasijo de errores llamado ego. No es fácil después de tanto tiempo de fortalecer y obedecer, hasta con gusto, al Usurpador. Gracias al Programa me di cuenta de la realidad y como no puedo ignorarla, es mi deber retornar a mi camino. Solo así podré recobrar el mayor tesoro que me fue dado por el Dios de mi entendimiento: YO.
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