lunes, 2 de mayo de 2016

El Señor Preocupación

Antes de llegar a Al-Anon era un experto en preocuparme. Podría habérseme llamado El Señor Preocupación. La ansiedad, ese miedo anticipado, fue la principal causa que me llevó a buscar ayuda en los grupos de Doce Pasos. Mi preocupación por lo que sucedería llegó a un grado tal que hasta tuve fuertes reacciones físicas. Me despertaba en las madrugadas y no podía volver a dormirme porque el temor me impedía relajarme. Generaba muchos pensamientos negativos que me agotaban mentalmente y me llenaban de angustia. El deseo de morir era recurrente. Muchas veces vomitaba, aunque en parte era bueno porque me aliviaba del enorme dolor emocional que sufría. No quería levantarme para no tener que afrontar el nuevo día durante el cual seguramente experimentaría nuevos episodios de ansiedad, quizá no tan graves como los matutinos, pero no por eso menos indeseables. 

La gente no podía entender el porqué de mi preocupación excesiva. Junto con su incomprensión vinieron las críticas. Sencillamente mi "calculadora de probabilidades" se había dañado. Veía la inminencia de calamidades sin que hubiera gran evidencia de que sucederían. Cuando niño y entrando a mi adolescencia la constante en mi hogar era la inestabilidad. No sabíamos a qué atenernos. Lo normal es que las sorpresas desagradables llegaran en tropel. Es lógico pensar que en esa etapa se me hizo hábito anticipar desastres y preocuparme por ellos. 

Aprender a vivir un día a la vez fue el primer gran reto que me propuso Al-Anon. Siempre vivía comprometido emocionalmente con el futuro ¿Cómo iba a acostumbrarme a vivir el momento presente? Luego vino el reto de ponerme en manos de un Poder Superior ¿De dónde iba a sacar fe si había sido traicionado casi toda mi vida por la gente, incluso por los que debían velar por mi bienestar? La práctica constante fue logrando que ambos principios espirituales se me hicieran habituales lo que redujo sustancialmente mi tendencia a la preocupación. Nada logré con preocuparme excepto enfermarme gravemente y molestar a los demás con mi neurosis. 

Mi nueva visión es que puedo hacer planes para el futuro pero dejar los resultados en manos de Dios. Independientemente si coinciden o no con lo que espero, no hay duda de que lo que suceda será su propósito y por lo tanto lo mejor que podría pasar. Esa es la fe que obra.

C.G.

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