domingo, 10 de abril de 2016

Acostumbrados a vivir mal



Siempre me había preciado de tener buena visión. Aun así, empecé a tener problemas para ver letras pequeñas, lo que yo achacaba a problemas de iluminación. Fui examinado y había una pequeña pérdida de visión. Cuando el optometrista me examinó, lo primero que hizo fue mostrarme unas letras a la distancia que le dije podía ver sin problema. Me dije "tengo una excelente vista de lejos". Cambió los lentes y afirmó "Pero así las ves mejor." Pensé que no podía ver mejor de lo que veía antes, pero sí era posible.

Semanas después tuve que volver porque desde el primer día de usar anteojos, experimenté un poco de ardor en los párpados. Pensé que se trataba de falta de costumbre y lo mismo me aseguraron dos optometristas. Busqué al mismo que me atendió primero porque además de ser quien me receto los anteojos, era un profesional muy reconocido por su conocimiento y experiencia. Casi de inmediato se dio cuenta de una disparidad en la distancia de los lentes, lo que producía que se me cansara la vista. Yo le dije que pensé que era falta de costumbre y me contestó “Hay cosas a las que uno puede acostumbrarse, pero hay otras que hay que arreglar."

Antes de conocer el programa estaba convencido de que mi vida estaba bastante bien. Que era normal el malestar que experimentaba y que parte de mi problema era mi incapacidad de adaptarme a lo que muchos otros soportaban. Por los patrones de referencia distorsionados con los que crecí y adopté, no pude determinar lo que era vivir sanamente. Al-Anon me enseñó que podía estar mejor.  No se trataba de acostumbrarse, sino de arreglar cosas en mi vida. Ahora invito a otros afectados por el alcoholismo de otra persona a que prueben ver las cosas desde el punto de vista del programa, aunque estén seguros de que su vida no está tan mal y ya se han acostumbrado a ella. No todos querrán aceptarlo, pero habrá quienes sí y deseen tanto esa forma de vida que harán los cambios necesarios para obtenerla.

Dios, no permitas que me acostumbre a vivir mal y ayúdame a alcanzar la plenitud que tú deseas alcance. Que nunca me acostumbre a las migajas de la vida.

C.G.

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