Siempre le di cancha abierta al temor. Me manejaba a su antojo. Como le otorgué tanto poder sobre mí, me paralizó muchas veces impidiendo que tomara un rumbo hacia mejores destinos. La evitación era mi forma de "afrontar" la vida. Me acostumbré a dar excusas muy convincentes para justificar mi encogimiento ante los demás y ante mí mismo. Prefería quedarme estancado en mi miseria que, aunque era una pocilga, me parecía cómoda y segura. El miedo me volvió tan conformista que las migajas de la vida me parecían un banquete.
Tuve que hacer una revolución interna para librarme del tirano al que me le entregué. No fue fácil. Después de tanto tiempo de vivir bajo su ley "es mejor malo conocido que bueno por conocer" resultaba complicado atreverse a probar cosas nuevas. Tampoco era fácil volverme una persona determinada porque ser constante no era una de mis características. Los neuróticos somos personas de impulsos cortos. Iniciamos algo con mucho deseo para luego dejarla tirado. En el camino de mi vida dejé muchos proyectos inconclusos enterrados por toneladas de pretextos que mi amo el temor, me ayudaba a crear.
No puedo decir que el temor me ha abandonado. A veces habla,
y muy fuerte, pero procuro no prestarle oídos. Puede que por un rato atraiga mi
atención y hasta me tiente otra vez a entregarle las riendas de mi vida, aunque
nunca me llevó por buenos caminos.
Gracias a Al-Anon ahora tengo un Poder Superior que concibo todopoderoso y benigno,
al que prefiero cederle el control de mi vida. Hoy por la gracia de Dios, he
aprendido a fortalecer la fe mediante actos de confianza diarios y a vivir una
vida mejor, mucho más libre del temor.
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