Sí se puede
ser feliz pese a las circunstancias. En mi caso me di cuenta que lo que me
impedía disfrutar de mi vida era mi forma errónea de pensar. Desde luego que he
tenido problemas, pero al estar yo mal interiormente la forma en que los veía y
les hacía frente no era adecuada y hasta llegué a agravarlos. Me volví
pesimista y me enfocaba en lo negativo.
Lo que leo en
nuestra literatura, los testimonios de mis compañeros y lo que he visto me dice
que hay muchísima gente sufriendo sin sentido. Me temo que es la mayoría. Para
algunos la vida se ha convertido en una gran tragedia que solo acabará con la
muerte, que a veces anhelan y hasta adelantan. La buena noticia es que se puede
vivir bien. El pesimismo puede atraparnos de tal manera que nos hace creer que
no es posible y que estamos condenados a vivir desgracia tras desgracia. Y
también entra en juego el autosabotaje que nos mantiene a distancia de la
sanación emocional. Una vez que nos quitamos la venda de la desesperanza,
podemos descubrir el esplendor de una vida feliz que está ahí esperando a que
la alcancemos. Suena muy fácil y así debería ser. Pero la realidad es
diferente. Estamos tan acostumbrados a lo malo que requiere un perseverante
trabajo acostumbrarse a lo bueno.
Descubrí la
hermosura de la vida cuando con la ayuda de Al-Anon descubrí mi propósito en
ella y empecé a dedicarme a él. Ese propósito era dejar que mi verdadero yo
saliera y se manifestara en el mundo. El resultado fue armonía y gozo. La vida
adquirió un sentido más profundo del que yo creía y la empecé a amarla. No se
trataba nada más de placeres, sino de trabajar por ser todo lo que mi Poder
Superior esperaba que fuera. El producto de ese trabajo ha sido la felicidad y por
eso ahora disfruto la vida.
C.G.
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