Meditaciones personales de un miembro costarricense de la hermandad mundial Al-Anon, dedicada a llevar fortaleza y esperanza a personas afectadas por bebedores problema.
martes, 18 de agosto de 2015
Adictos a la desgracia
Tal parece que nuestra vocación natural de ser felices, se trunca al vivir en un ambiente emocionalmente enfermo. Siendo el caos el pan de cada día nos acostumbramos a él. Pienso en una escena de la película "Sueños de fuga" cuando uno de los presos dice que primero odias los muros de la cárcel, luego te acostumbras a ellos y al final dependes de ellos. En ese momento la esperanza muere. Una mente fijada en el sufrimiento, no ve más opción que la desgracia. Es un triste legado que aceptamos con resignación y trasmitimos a otros.
Acostumbrados como estamos a vivir mal, nos resistimos a cambiar esa situación. Nos cuesta deshacernos de la vieja programación mental. Es más, nos cuesta tener la disposición para hacerlo y vivir mejor ¡¿No tener disposición para vivir mejor?! ¡¿Es posible?! Sí. Como en el caso de los presos, se acepta una espantosa realidad y se busca vivirla una y otra vez. Lo bueno es que no tiene por qué ser así.
Ese fatal determinismo dura hasta que nos decidamos a cambiar y lo deseemos tanto que nos lleve a realizar las acciones necesarias para lograrlo. Vivir bien y la felicidad que eso produce, son posibles. En un principio puede ser incómodo, como es incómodo para los ojos acostumbrarse a la luz después de haber pasado mucho tiempo en las tinieblas. El ego protestará fuertemente y no querrá dejar su trono. A fuerza de necias justificaciones, intentara impedir el progreso espiritual. Entonces es cuando nuestra determinación de mejorar debe ser tan fuerte como para no prestar oídos al tirano, y lanzarnos a la búsqueda de nuestra recuperación.
C.G.
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