domingo, 2 de agosto de 2015

Los chivos expiatorios

Lo normal es que la gente descargue su frustración en otros. Ante la impotencia de manejar su dolor, se desquitan con personas y hasta animales que no tienen nada que ver con el conflicto que viven. De esa manera hacen que ese dolor vaya esparciéndose, porque las víctimas de sus arrebatos a su vez irán descargando su ira en otros. Lo veo todos los días. La inmadurez emocional está muy generalizada, por lo que no es de extrañar ver con frecuencia personas incapaces de dominarse, desquitándose con los demás. 

Ya he aprendido a comprender y perdonar esos berrinches, sin que eso quiera decir que no deba defenderme cuando me puedo ver seriamente afectado. Antes solo me quedaba paralizado y me resentía. El entendimiento que me ha dado el programa transforma mi consternación (generalmente muy momentánea) ante un ataque, en compasión. Saber que estas personas tienen su edad emocional muy por detrás de su edad cronológica, me ayuda mucho a no caer en su juego neurótico. Además, ver o ser blanco de esos desquites me sirve para aumentar mi convencimiento de que si llego a sentir frustración, debo afrontarla maduramente. Nada de “caritas” ni insolencias. 

En vez de echar nuestro dolor sobre otros y extenderlo por el mundo, y quizá por generaciones, lo mejor es buscar el alivio en nuestro Poder Superior. Él sabrá darnos el consuelo necesario y convertir nuestra amargura en algo mejor.  En vez de buscar chivos expiatorios, busquemos soluciones.

 C.G.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Le sugiero dejar su comentario usando la opción Anónimo