No me cabe duda de que lo que más nos cuesta en el programa
es aprender a deshacernos del control. Una pregunta muy común que me hacen es
cómo soltar. Para empezar, yo diría que hay que estar dispuesto a soltar.
Muchas personas más que querer dejar el defecto, lo que quiere es deshacerse
del sufrimiento que les produce en el momento de practicarlo. Cuando se va la
angustia, se va con ella la intención de dejar de controlar. Si aparece de
nuevo la necesidad de control, pero no hay dolor emocional, el deseo de
eliminar el defecto brilla por su ausencia. Solo queremos dejar nuestros
defectos cuando nos molestan, de lo contrario, ¡bienvenidos sean!
Disponerse a soltar o dejar cualquier defecto es más que un
deseo fugaz. En mi caso tengo que trabajar mis defectos antes de que aparezcan
y empiecen a querer controlarme. Siempre que hablo con mi Poder Superior, le
pido me ayude a dejar mi obsesión por que las cosas salgan como yo quiero y a
aprender a confiar en él. Debo luchar contra mis deseos de controlar hasta las
cosas más pequeñas. Por ejemplo, un día quedé de verme con mi padrino y empecé
a angustiarme porque iba a llover. Por un momento sentí frustración al ver las
nubes ennegrecerse cada vez más, pero me dije "No tengo control sobre el
clima, pero estoy muy cerca de donde nos vamos a ver y traigo paraguas. Por si
fuera poco, estoy en un restaurante disfrutando tranquilamente de un café y no
voy a dejar de gozar este momento". También me acordé que no hacía mucho
no tenía trabajo, algo que me produjo mucha aflicción y entonces agradecí
porque ahora podía comprarme un café. Cayó un fuerte aguacero, pero mi
frustración se había ido.
Un ejercicio frecuente que me ha ayudado mucho es aceptar lo
peor que pueda pasar. Me pongo a repasar una serie de situaciones que he
detectado son las que me preocupan, y pienso en qué pasaría si llegaran a
ocurrir. Aceptar hasta las más dolorosas, les va quitando su influjo sobre mí.
Recuerdo además que el Dios de mi entendimiento siempre me ha ayudado y que el
99% de los peores escenarios que he creado con mi mente pesimista no se
llegaron a dar y el 1% que sí, no fueron tan catastróficos. De hecho fueron
todo lo contrario, porque me ayudaron a crecer como nunca me imaginé. Una de
esas catástrofes me trajo a Al-Anon. Lógicamente al disminuir la preocupación,
también se debilita el intento de controlar las situaciones que me producirían
dolor. Nuestro deseo de controlar es directamente proporcional al dolor
que estimamos nos va a producir lo que queremos evitar.
En el caso de soltar la gente pienso en que, mientras sus
decisiones no me afecten, no debo inmiscuirme en ellas. Puede tratarse de un
asunto que me importa, pero no me incumbe. Si las personas han de sufrir debo
permitirles pasar por ese proceso que puede resultar sanador. Hay que dejar que
las personas tomen sus decisiones, de todas maneras harán caso omiso si están
determinadas aunque sea a tirarse por un precipicio. Puedo dejar en claro mi
desacuerdo, pero evitaré caer en la terquedad con lo que solo conseguiría volverme
repelente.
Finalmente diría que hay buscar el origen del control y
trabajar duro en él. En otra publicación había compartido la sugerencia de otro
miembro del programa de centrarse en eliminar con la ayuda de nuestro Poder
Superior el defecto de carácter que más nos molesta, y los otros también se
irán debilitando. Buscar su origen nos va a servir para cerrarle el paso a lo
que lo alimenta y en mi caso ese origen era una baja tolerancia ante el
sufrimiento que me produce el considerar perder algo o alguien.
Como ven el enfrentar el control me ha demandado mucho
trabajo. No tengo una respuesta sencilla para la pregunta cómo soltar.
Presupone una serie de acciones continuas para lograrlo y vivir más
tranquilamente. Lamento decepcionar a los que esperaban una respuesta más
simple.
C.G.
C.G.
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