Les comparto esta carta que escribió Janie H., y que fue publicada en la revista The Forum de marzo del 2013.
Mi querida hija:
Me pediste que escribiera una carta declarando el impacto que tu adicción al alcohol ha tenido en mí. Es una cuestión que me ha dado mucho en qué pensar.
Yo vivía con miedo, día y noche: miedo de que morirías, de que era mi culpa y de que te había fallado como madre. Viví con ira. Estaba enojada porque mi confianza fue violada.
Me sentía impotente ante la mentira y el robo. Me sentí utilizada y traicionada. Me culpaba a mí misma por seguir rescatándote financieramente y por continuar siendo permisiva contigo.
Mi mayor impacto, sin embargo, fue unirme a Al-Anon y comenzar mi propia recuperación. Me
enteré de que la adicción es una enfermedad familiar. Ahora me doy cuenta de que mi
recuperación va a continuar "un día a la vez", para el resto de esta vida. Sé que he sido
parte del problema, y ahora me doy cuenta de que tengo opciones.
Un día, cuando me sentía asustada, enojada, confundida y desamparada por tu adicción, tuve un
despertar espiritual. Estaba caminando hacia el trabajo una mañana y vi las manos de Dios, grandes y suaves, que te sujetaban y te mantenían cerca de él. "Ella está a salvo en mis manos." Entonces me puse en sus manos y te solté. Después de todo, yo no soy Dios. Ya era hora de que dejara de tratar de jugar un papel tan elevado.
Desde entonces, he decidido solo amarte y permitirte tomar tus propias decisiones. Estoy aprendiendo a responder en lugar de reaccionar. Estoy aprendiendo a "hacer una pausa", "pensar", "mantener la mente abierta", "soltar las riendas y dejárselas a Dios" y a "que empiece por mí". Estoy cuidando de mí, pensando en mis cosas y dejando que los demás se encarguen de ellos mismos. En especial presto atención a buscar "progreso, no perfección."
Acabo de pasar un año en Al-Anon. Eso salvó mi vida y me trajo cordura y serenidad. Sé que tengo que hacer las paces contigo. Pero, independientemente de las decisiones que tomes, siempre te amaré. Siempre lo hago y siempre lo haré. Te honro como mi hija y como hija del Dios de tu entendimiento, y sé qué haces lo mejor que puedes, tal y como yo lo hago. Agradezco que estés en mi vida. Eres hermosa, inteligente, creativa, amable y compasiva.
Te ama mucho y siempre,
Mamá.
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