Como parte de un proyecto especial que
esperamos desarrollar en Al-Anon Costa Rica, escribí un testimonio que quise
publicar acá para compartirles mi experiencia, fortaleza y esperanza:
Soy hijo de alcohólico y por lo tanto vengo de un hogar muy disfuncional donde mi desarrollo como persona fue severamente truncado. Aprendí a vivir con mucho miedo y vergüenza y me convertí en un niño muy tímido, y esa timidez me ha acompañado gran parte de mi vida. De cierta manera quería ser invisible, evitar a los demás y evitar cualquier forma de confrontación, así que también evitaba enfrentar los problemas. Mi vida se había vuelto una huida constante.
Soy hijo de alcohólico y por lo tanto vengo de un hogar muy disfuncional donde mi desarrollo como persona fue severamente truncado. Aprendí a vivir con mucho miedo y vergüenza y me convertí en un niño muy tímido, y esa timidez me ha acompañado gran parte de mi vida. De cierta manera quería ser invisible, evitar a los demás y evitar cualquier forma de confrontación, así que también evitaba enfrentar los problemas. Mi vida se había vuelto una huida constante.
El temor me ha paralizado varias veces y me ha
impedido aprovechar muchas oportunidades que se me han presentado en la
vida. Siempre me había sentido inadecuado y mi autoestima estaba muy dañada. Me
volví complaciente y la opinión de los demás me importaba demasiado. Permití
que las personas me dañaran y se aprovecharan de mí. Por eso fui guardando
muchos resentimientos contra otros y contra mí mismo. Me había convertido en mi
peor enemigo.
La ansiedad me agobiaba. Al crecer en un hogar
disfuncional y tan explosivo, vivía con mucha zozobra. Como dice nuestra
literatura, me la pasaba anticipando la próxima desgracia. La ansiedad
llegó a un grado tal que a los 24 años sufrí mi primer ataque de pánico que me
tuvo en un calvario de dos meses. Después de ese ataque, la ansiedad dejó de ser
solo una incomodidad para convertirse en un flagelo.
El no querer afrontar las situaciones difíciles o que yo veía como difíciles, dio pie a un problema que para mí significó tocar fondo y me di cuenta que ya no podía más. Mi
vida se había vuelto ingobernable. En ese momento fue cuando me conocí sobre el
Programa. En Al-Anon encontré gente amable y deseosa de apoyarme. Nuestras
historias eran bastante similares por lo que me sentí comprendido y muy a gusto.
Estoy muy agradecido de haber llegado a Al-Anon donde
poco a poco, pero de manera constante, estoy recuperando el control de mi vida.
He ido corrigiendo todos esos comportamientos que tanto daño han causado y
ahora estoy seguro que voy por el rumbo correcto. Por eso como sobreviviente
del caos siento la necesidad, o mejor dicho la urgencia, de pedirle a las
personas que sientan que su vida ha sido o sigue siendo afectada por la forma
de beber de otro, que se den la oportunidad de encontrar el mismo tesoro que yo
encontré en Al-Anon.
C.G.
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