es asombrosa. Sus historias de terror ahora son historias de
amor. Cuando veo que llega una persona nueva al grupo, dentro de mi corazón anhelo
que sea persistente y alcance los grandes regalos que da el seguir el programa.
Sé que si uno llega a la Hermandad lo hace desesperado, prácticamente
considerándola como el último recurso. No es difícil adivinar que los primerizos
están angustiados y su primer deseo es contar su historia normalmente
acompañada de lágrimas.
Oír estos testimonios reunidos con el fin de llevar
experiencia, fortaleza y esperanza a otros que las necesitan reafirma mi fe en
las personas. Tal vez soy ingenuo pero sigo con la convicción de que en la
esencia del hombre lo que existe es una necesidad de hacer el bien. Nos unimos
para ayudarnos y vivir en armonía y si no lo hacemos nos dañamos y nos sentimos
mal. La base del Programa es el amor. Alejarnos de él es lo que nos enferma y
al aprender a vivir conforme a él recuperamos nuestro verdadero ser con todo y
los beneficios que eso acarrea.
Estas muestras de solidaridad nos deben servir para
animarnos a seguir progresando y para estimular nuestro deseo de servir. Todos
se prestaron gustosos a participar en algo que sabían iba a beneficiar a mucha
gente. No pensaron en un beneficio personal aunque sabemos que a nivel
espiritual nada se queda sin retribución. No se necesitaron grandes recursos,
ni grandes sacrificios. El costo en términos económicos fue de cero. Solo se
requirió voluntad que por desgracia es algo muy escaso fuera de la Hermandad...
y a veces hasta dentro de ella.
Video: ¿Qué puedo obtener el Al-Anon?
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