En el momento en que estoy escribiendo estas líneas, me encuentro
en una clínica del seguro social haciéndome un chequeo semestral. Siempre me
encuentro mucha gente esperando recibir atención médica. Mientras veía a tantos
pacientes me puse a pensar como cuidamos nuestra salud física y dejamos de un
lado nuestra salud emocional-espiritual. Por lo regular, ante la primera
molestia corporal buscamos un medicamento o atención especializada. Contemplaba
a cada una de las personas y me preguntaba cuántos de ellos, si los pudiera ver
a nivel espiritual se verían igual o peor de enfermos que como lo están
externamente. Hasta los médicos se verían enfermos y necesitados de auxilio,
quizá más que sus pacientes. Si más gente adquiriera consciencia propia más que
"consciencia ajena", grupos como los nuestros estarían hasta el tope.
Dejarían de estar vacíos para más bien no dar a basto ante tanta demanda de
ayuda.
Gracias al
programa y con la ayuda del Dios de mi entendimiento he desarrollado conciencia
de mi enfermedad. Si me hubiera basado en la apariencia para determinar su
gravedad habría seguido empeorando. En mis peores momentos la gente me
recriminaba que anduviera mal emocionalmente y actuando erráticamente a causa
de lo mismo porque, según sus palabras, me veían muy bien. Esa experiencia también
me ha ayudado a entender todavía más que no debo dejarme llevar por las
apariencias. Incluso las personas que considero más abominables podrían ser
dignas de mi compasión y ayuda.
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