Es un privilegio que alguien se te acerque a
pedirte una sugerencia o que lo guíes por el Programa. Te da la
oportunidad de servir, lo que te permite crecer más y desde luego
avanzar más en el camino de la recuperación. Para mí, es lo más cercano
que he estado de cumplir con todo lo que dice la Oración de la Paz, esa
bella oración de anonimato espiritual que reafirma que dando es como
recibimos.
Considero un honor que te pidan ser guía pero
también es una gran responsabilidad. En mi caso, me ha exigido
comprometerme más con el programa. No solo me refiero a aprender de
todas las fuentes de que disponemos en Al-Anon sino a practicar todo lo
que aprendo. Me costaría mucho sugerir a otro hacer cosas que yo mismo
no hago. Debo ser coherente y no caer, como antes, en la doble moral.
La
responsabilidad de acompañar a otro en el viaje de su recuperación es
enorme. Me han dejado estupefacto algunos padrinos y madrinas que hacen
sugerencias que van contra los principios del programa. Me preocupa
mucho que a causa de mis sugerencias, alguien vaya a salir perjudicado.
Ayudar implica que tengo que leer más, escuchar más experiencias, orar y
meditar más ¡Debo mejorar más! Ya no se trata solo de mí, sino de otras
personas que, aunque no están obligadas a hacerlo, posiblemente
adopten mis puntos de vista y sigan mis sugerencias. Por eso le
agradezco a todos y todas las que al pedirme les asista, me han
impelido a someterme más al programa.
Al-Anon nos da a todos
la oportunidad de recibir el gran regalo de tenderle la mano a otros.
Aprovechémosla gozosamente y con mucha responsabilidad.
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