sábado, 2 de mayo de 2015

No tengo el control

Desde hace varios meses se vienen presentando una serie de situaciones que han trastornado la armonía familiar. Una de ellas parece que ya no, aunque pintaba mal. Más bien podría ser algo beneficioso aunque en su momento no se veía así. Las otras situaciones siguen siendo un misterio en qué irán a parar y son más preocupantes, porque no solo la integridad espiritual de miembros de la familia está en jaque, sino también la física.

La tensión se siente en el aire pero yo estoy tranquilo. Le he tratado de trasmitir esa misma serenidad a los demás miembros de la familia sin mucho éxito. Me dicen que desean tenerla pero no están dispuestos a deponer la lucha. Quieren seguir peleando contra algo sobre lo que no tienen poder. Algunos conocen el Programa pero no han sido capaces de dar el Primer Paso. Le entregan al Dios de su entendimiento los familiares en riesgo, pero al no haberse rendido, la obstinación les gana y los hace abalanzarse otra vez a la desesperación.

Las lágrimas, el drama, los reproches y los sermones ya sean directos o indirectos, son algunas de las armas que usan en una pelea inútil, que ha terminado produciendo más terquedad en quienes se busca cambiar. Simplemente no se puede. La meta es noble pero la misión es imposible. Lo mejor que se puede hacer es rendirse y buscar la propia estabilidad. Si se sigue en la pelea, se contribuye a aumentar la neurosis familiar en vez de disminuirla.

Hay muchas cosas que aunque acepto existen en este mundo, no me gustan. Algunas nos podrían llevar a la extinción o mínimo a una mortandad. No puedo hacer nada excepto contribuir para que no sigan ocurriendo, aunque mi aporte sea mínimo. Están fuera de mi control y solo le pido a Dios seguir aceptando lo que no puedo cambiar y trabajar con valor para cambiar lo que sí.

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