No me ha resultado un proceso doloroso dejar esas falsas creencias. Más bien me fascina descubrir estas realidades, cuya efectividad para mi les dan legitimidad. Lo que si resulta un poco más complicado es que al ir abriéndose a estas verdades y tomar un camino distinto al que recorre la mayoría, se produce una sensación de aislamiento. Sé que algunos sucumben a la tentación de retroceder para no perder la aceptación y aprobación de los demás. Aunque es fascinante ver las cosas desde otra perspectiva, tampoco ha sido fácil cambiar mi forma de ser para que se adapte a ella.
Cuando hablo de estas verdades que he encontrado en el programa, comprendo el rechazo y hasta la burla de algunas personas que no las entienden. Mucha gente —como yo en su momento— está tan atrapada en esas mentiras, depende tanto de ellas, las han convertido en bases tan profundas de su vida que no puede o no quiere ni tan siquiera cuestionarlas, sobre todo si les reportan un enfermizo beneficio. El principio espiritual del respeto me dice que no puedo ni debo tratar de cambiar su forma de pensar, pero se enciende en mí el deseo de que algún día logren aceptar esas realidades y gocen los beneficios que da el transitar por el camino de la Verdad.
C.G.
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