La euforia de un borracho

En una de mis reuniones con mi padrino, le contaba sobre un chofer de bus que conocí hace varios años. Me llamaba mucho la atención porque tenía un rostro distorsionado por la amargura. Andaba el ceño fruncido y la mirada reflejaba incomodidad, hasta desprecio. No era una experiencia agradable verlo. Un día lo vi charlar animadamente con otro chofer y se veía muy contento, eufórico. Se había emborrachado y su cambio de personalidad era notable. Parecía otra persona. Otra vez lo vi nuevamente borracho pero otra vez con esa cara de alegría que no se le quitaba, ni cuando daba tumbos contra la pared, ni cuando quedaba tendido en el suelo. Me impresionaba verlo cambiar tan radicalmente. Era una especie de Dr. Jekyll (el agradable) y Mr. Hyde (la bestia) como dice el libro Alcohólicos Anónimos pero en este caso el ser agradable salía después de beber, no al revés como dice ese mismo libro.

Esta persona, obviamente muy enferma emocionalmente, al no poder enfrentar la realidad de manera adecuada, aliviaba el dolor que esto le producía bebiendo. Era su paliativo. Antes cuando lo veía, su actitud me causaba perplejidad. Lo recuerdo en estos momentos y siento compasión. Sabiendo lo que ahora sé sobre el alcoholismo, no podría sentir otra cosa. Además de vivir con emociones distorsionadas que le impiden tener una vida plena, se ve obligado a beber una sustancia que lo embrutece y destruye su organismo. Irán siempre de mal en peor. Es una triste existencia.

El enfermo alcohólico es una persona atrapada, aunque su prepotencia y pérdida de contacto con la realidad le hagan de decir lo contrario. Se enfrenta a un monstruo muy superior a sus fuerzas. Aunque no debamos tolerar sus comportamientos inaceptables y no siempre sea posible la convivencia con él, hay que practicar la compasión. Puede resultar difícil debido a los conflictos que se han tenido, pero hay que echar mano de la comprensión para verlo cómo en realidad es y de paso no llenarnos de resentimiento que lo único que va a lograr es dañarnos.

C.G.