El pasado fin de semana se armó un gran escándalo cerca de mi casa. A un vecino, enfermo alcohólico, después de beber licor le entró la idea de que lo iban a matar. Antes de que lo hicieran, sacó un machete con el que intentó defenderse. La esposa, quien iba a ser la primera víctima, llamó a la policía que no tardó en presentarse. La familia lo estaba apaciguando para que no fuera necesario que lo encerraran. Incluso, una familiar mía que conoce del Programa que entre otras cosas no pide no inmiscuirnos en lo que no nos incumbe, hizo a un lado el desprendimiento emocional exclamando "¡Voy a parecer muy metiche, pero a él no se lo llevan arrestado!" Acto seguido, se lanzó al rescate. Puede sonar cruel, pero yo hubiera preferido que lo detuvieran. Quizá le hubiera ayudado a reflexionar. Un familiar mío, también alcohólico, siempre protegido por su esposa para que no afrontara las consecuencias de sus actos, tuvo un breve pero fuerte encuentro con la Ley que lo hizo pensar y dejar la bebida. Recordé a otro amigo que llamó a la policía para que lo defendiera de su hijo, y aunque me dijo que sufría viendo que le suplicaba que no dejara que se lo llevaran, no impidió que lo encerraran por unas horas. Desde entonces su hijo cambió radicalmente.
Nos cuesta dejar que las demás personas sufran los efectos de sus actos de mal juicio. Desde luego nos cuesta más practicar el desprendimiento con las personas más cercanas. Llegamos a negar que tengan un problema. Pienso en mi familiar que se lanzó a rescatar a nuestro vecino alcohólico. Varias veces le he dicho que esa persona, normalmente muy amable y servicial, tiene un problema de alcoholismo. Pero también cae en la negación y me responde que "es que se intoxica" o "que le cae mal cierto tipo de licor" y que le va a hablar porque solo es cuestión de que se "amarre bien los pantalones" para que no beba. Si así actúa la que es apenas una vecina, ¡cómo no esperar que a alguien más allegado le cueste practicar el desprendimiento y hacer a un lado la negación!
Admiro a las personas que logran desprenderse responsablemente y aceptar la realidad, porque es una muestra de madurez y amor genuino. Dejarse llevar por el sentimentalismo no es útil. Es necesario pensar. Le pido a mi Poder Superior que me permita lograr ese grado de crecimiento y evite que mi "benevolencia" termine llevándome a tomar malas decisiones.
C.G.
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