domingo, 14 de junio de 2015

Sin disposición para cambiar



La queja más frecuente que escucho de diferentes compañeros, es la falta de progreso en diferentes áreas. Se lo achacan a diversas cosas, pero sospecho que la que nunca se dice es la principal razón: no hay disposición para cambiar. Se puede querer cambiar pero no tener la disposición de hacerlo. Estar dispuesto a cambiar lo entiendo como tener siempre el ánimo de realizar las acciones necesarias para dejar atrás nuestras actitudes enfermas. Es lo que nos lleva a anteponer los principios a todo.

En un grupo  tenían en la pared la Oración de la Paz donde, en la parte que habla de morir, aclaraban entre paréntesis que se refería a morir al falso yo. Eso es anonimato espiritual y es algo a lo que el ego le tiene mucho miedo, porque significa su eliminación. Es sacarlo del trono de nuestra vida para dárselo a nuestro espíritu, nuestro yo verdadero, a quien por derecho le toca. Pero si no hay disposición, seguirá reinando. Cuando llegan las tentaciones seguimos cayendo, cayendo y cayendo. Seguimos alimentando nuestros consentidos defectos de carácter, aunque al final nos sigan amargando la vida.

Hasta que llegué a comprender que necesitaba un cambio radical y no solo salir de crisis pasajeras, fue cuando estuve dispuesto a no bajar la guardia y a mantenerme en constante lucha contra un enemigo interior que siempre está dispuesto a arruinarme. Fue cuando mi deseo llegó a ser tan grande, que me llevó a accionar perseverantemente. La recuperación no es un asunto de vez en cuando, sino de constancia.

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