Antes no entendía el porqué de la agresividad de muchas personas alrededor mío. ¿Es que era normal ser hostil hasta con los niños? Para nada. Esos vecinos, parientes, maestros, profesores compañeros de trabajo y demás agresores, cargaban una horrible amargura. Era una espantosa herencia compuesta de maltratos que les infligieron otros. Ese dolor interior salía en forma de agresiones, que se irían a incrustar en el corazón de sus víctimas para perpetuar este ciclo trágico.
No tenemos por qué resignarnos a seguir siendo portadores ni sembradores del dolor ¡Podemos madurar! En Al-Anon, por medio de la comprensión y el perdón, nos quitamos de encima esas profundas raíces de amargura. Dejamos de ser heraldos de la tristeza para ser conductos del bienestar que se deriva de llevar una vida emocional y espiritual sana. En vez de difundir dolor, difundimos la calidez del programa.
Lamento mucho ver tantos llevando tristes cargas y repartiéndolas sin llegar a disminuirlas sino aumentándolas. Es lógico. Lo que doy me llega duplicado. Como dije recientemente en un espacio que nos cedieron amablemente un grupo de A.A., quisiera que los que andan en la vida sufriendo inútilmente se toparan con el Programa, lo adoptaran y fueran libres.
C.G.
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