lunes, 16 de marzo de 2015

Otra madre desesperada

En una reunión reciente llegó otra madre desesperada a buscar la ayuda de nuestra hermandad. No importa las veces que escuche la misma historia, nunca deja de conmoverme. Sentí deseos de poder ofrecerle alivio instantáneo a ella y sobriedad a su hijo. La historia de los hogares es la misma, aunque cambien los personajes. En toda la trama está bañada de dolor, desesperación, impotencia e ira. Se pierde el sano juicio, la dignidad, la autoestima, todos los dones con los que hemos sido dotados van quedando perdidos en medio de un torbellino de locura.

Todos le expresamos nuestro apoyo a esa madre que, como muchas, también está intentando inútilmente salvar a su hijo de la adicción. Iba a hablarle del desprendimiento emocional, pero preferí abstenerme. No es un concepto fácil de digerir para los recién llegados, quiénes en su mayoría tienen la concepción errónea que amar es depender y que responsabilidad es asumir las responsabilidades de los otros. Poco a poco, dependiendo de su disposición, irá recibiendo la luz que le haga comprender que ella no puede controlar ni curar una adicción. Lo que sí puede es sanarse ella y eso influirá también positivamente en los que le rodean, incluyendo a su hijo. 

Si bien es cierto duele ver a madres llegar cargadas de sufrimiento y problemas derivados de la pesadísima carga de las adicciones, no deja de alegrarme ver el amor con que son recibidas, el apoyo que se les manifiesta y la esperanza que se les da de que las cosas pueden mejorar.  No puedo darle a ella la sanidad, pero puedo extenderle la mano de Al-Anon para que a través de las herramientas que brinda la hermandad encuentre serenidad, valor y sabiduría. La sanidad le vendrá por añadidura.

 C.G.

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