viernes, 20 de febrero de 2015

Mi papá no era malo

 Mi papá no era malo como tampoco lo eran los otros tantos alcohólicos con los que he tenido contacto. Su enfermedad los convertía en versiones grotescas de los seres magníficos que en realidad eran. Su yo verdadero, su espíritu, su esencia a veces salía dejando ver lo que todas las personas somos: seres que han nacido para buscar el bien y así alcanzar la felicidad. Lo que en realidad son va desvaneciéndose en medio de los humos del alcohol. En el libro Valor para cambiar se compara al alcoholismo con el alzhéimer ya que, como este, se va llevando de a poco a los que lo padecen, aunque sus momentos de lucidez nos hagan creer que van a volver a la normalidad.

Me causa dolor ver la naturaleza deformada del enfermo alcohólico, sea o no sea allegado mío. No es agradable verlo hacer el ridículo, fanfarronear, tambalearse, poner rostro desencajado, evadir la realidad, dañar su cuerpo, en resumen, desviado del camino del ser humano. No nacimos para eso.  Me despierta un sentimiento de compasión contemplar su lenta pero segura marcha hacia sus únicos destinos sino hace algo al respecto: la cárcel, la locura y una muerte prematura. Quisiera tener el poder de arrancarlos de la adicción para salvación suya y alivio de sus seres queridos, pero no lo tengo. Nadie lo tiene.  Es un asunto que está fuera de mi control y hasta podría ser que tenga que apartarme de su camino por mi bien y el de otros que se vean afectados por su auto destrucción.

Al evocar esa época en que desconocía lo que verdaderamente era el alcoholismo —nada más sabía que era una enfermedad, pero sin más detalles— siento algo de pesadumbre ¡Si hubiera sabido lo que sé ahora! Mi relación con los alcohólicos habría sido diferente. Mi forma de percibirlos y tratarlos habría sido otra. Incluso ese conocimiento me hubiera hecho menos vulnerable a sus desmanes. Al entender que convivía con alguien que no era que no nos amara, sino que estaba estreñido emocionalmente, mi desarrollo como persona habría sido mejor. No puedo cambiar eso, pero sí puedo sanar hoy y llevar a otros el mensaje de Al-Anon para que tengan una mejor perspectiva acerca de los alcohólicos y un mejor juicio para proceder prudentemente con ellos.

C.G.

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