De adolescente recuerdo que el pariente de un compañero de clase dijo que amaba mucho a su novia, pero que si ella complicaba la relación la dejaría. Me sonó abominable por la tranquilidad con que habló (tenía que quebrársele la voz) y por contemplar una posibilidad tan egoísta. Se me escapa una sonrisa cuando repaso esa anécdota. En esos años creía que había que ser incondicional con la pareja. El otro era todo y había que soportar cualquier cosa con tal de que la relación se mantuviera. Tuve mucha suerte de abandonar esos pensamientos absurdos. De haber continuado con esa creencia, sería otro de tantos mártires que sufren inútilmente "por amor". Me alegra no haberme comprometido seriamente por aquel entonces, porque habría estado en serios aprietos que podrían haberse extendido hasta el presente.
La idea de amar libremente le produciría un infarto a alguien que ha sido engañado con la idea de que amar de verdad significa una dependencia absoluta. No podría sentirme amado por alguien que se siente obligado a hacerlo, pero sí por alguien que lo hace porque lo ha decidido. Ser una sanguijuela emocional no es mi estilo. Tampoco quiero ninguna pegada a mí. La libertad es un derecho que todos deben tener. Quiero compartir mi vida y que otros la compartan conmigo sin invalidarnos. Amar es tratar a los demás con la consideración debida y esa consideración incluye dejarlos desarrollarse libremente y no cargarlos con la responsabilidad de hacerme feliz, cosa que no podrán lograr porque la felicidad es un asunto personal. El desprendimiento emocional no es un acto de indiferencia sino de amor puro hacía mí y los demás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Le sugiero dejar su comentario usando la opción Anónimo