domingo, 31 de julio de 2016

Primero los principios

Soy miembro de Al-Anon y como tal también me he interesado mucho en la hermandad de Alcohólicos Anónimos de la cual se derivó la hermandad a la que pertenezco. En una de mis lecturas acerca de su historia, me encontré con el término Paso Trece, que se refiere al acoso que sufren los nuevos por parte de otros miembros para obtener algo de ellos, generalmente usando como pretexto para acercarse, el ofrecer ayuda. Mientras investigaba más el concepto, me encontré un documental llamado precisamente Paso Trece que adquirí hace un par de semanas. En principio su propósito es promover que las reuniones sean un lugar más seguro, ya que como parte de los arreglos con las fiscalías, las cortes estadounidenses mandan gente muy peligrosa a estos grupos, y no se hace del conocimiento de su presencia en las reuniones a los demás miembros.

Todo iba bien hasta que empecé a escuchar comentarios absurdos y peligrosos de algunos profesionales afirmando cosas como que el alcoholismo no es una enfermedad, que de serlo no se puede tratar “solo rezando”, que no es necesario tocar fondo, que un alcohólico puede beber moderadamente y otras tantas por el estilo que desde luego sé que son falsas. Me perturbó que esos profesionales opinaran así, hasta que cerca del final, cada uno promocionó un tratamiento alternativo que ellos habían desarrollado, y entonces me di cuenta que todo era una estrategia para desacreditar a la competencia.

 Otros testimonios eran de personas que se notaba estaban muy resentidas con A.A. Por lo que entendí, en sus grupos se aplicaban ideas contrarias al programa. Algunas de las cosas de las que se denunciaron las he visto en grupos de Al-Anon y de otras hermandades. Han dejado atrás los principios, no los conocen o los han malinterpretado causando, no solo que la gente permanezca emocionalmente enferma, sino la salida de miembros que no van a dar un buen testimonio de la hermandad. Un claro ejemplo es ese documental.

 Para la fecha en que compré el documental, una muchacha que sabía que era miembro de Al-Anon, se me acercó para contarme un problema con un familiar alcohólico. Le informé que en su comunidad había un grupo y que ahí encontraría no solo alivio sino soluciones. Me dejó con la boca abierta saber que ella ya asistía a ese grupo, pero cuando vio que en las reuniones no se estudiaba cómo aplicar los principios y notó que en el grupo había dominio, decidió no volver. Le ayudé a encontrar un grupo en línea, le compartí literatura y unas charlas en audio, y en poquísimo tiempo noté su mejoría. Era una persona dispuesta a cambiar, pero no encontró el lugar correcto donde la ayudaran. Más bien está decidida, cuando aprenda más, a volver al grupo y trabajar para que este retome su objetivo.

 Lamento que, aunque en un tema que me pidieron dar titulado A través de la asistencia a las reuniones me recupero dije que nuestros grupos son clínicas espirituales, la verdad es que no todos lo son. Mi humilde sugerencia es que cada grupo haga con regularidad un sincero y minucioso inventario, para asegurarse que está llevando recuperación y no más enfermedad. Y por supuesto también cada miembro necesita hacer su propio inventario personal, para asegurarse que no está anteponiendo su personalidad a los principios y con ello no solo rompe su anonimato espiritual, sino el anonimato espiritual de las reuniones.

C.G.