viernes, 17 de diciembre de 2021

Alcoholismo: Contagio familiar, retos y desafíos


Una de nuestras publicaciones recoge las palabras de Bill W. afirmando que quienes conviven el tiempo suficiente con un alcohólico, no pueden evitar volverse complicados y neuróticos. Yo puedo dar fe de eso. Como hijo adulto de alcohólico, estuve en primera fila viendo el triste espectáculo de la destrucción a la que era sometido mi padre por la enfermedad del alcoholismo, misma que nos hundía a nosotros, su familia. Fuimos víctimas del contagio familiar. No sucedió que nos volvimos alcohólicos, sino que, al no tener el conocimiento y la fortaleza para lidiar con ella, sus manifestaciones tan destructivas nos llenaron de dolor, distorsionaron nuestra forma de pensar y consecuentemente nuestra forma de vivir. Entre otras cosas, nos convertimos en co-alcohólicos, es decir adictos a rescatar al alcohólico de las consecuencias de sus actos de juicio enfermo y buscar la forma de “arreglarlo”. Con ello contribuimos a mantener una dinámica familiar enferma que perpetuaba y fortalecía el problema del alcoholismo.

Los seres humanos tenemos defectos que tienden a desviarnos del camino espiritual —yo lo defino como el camino para hacer lo correcto— pero en una situación donde hay una prácticamente constante invitación a hacerlo, la desviación es continua lo que trae muchos problemas y dolor. Leí una vez un artículo cuyo autor sostenía la idea de que el alcohol potencia los defectos del alcohólico.  Yo diría que la convivencia con un enfermo alcohólico potencia de manera directa e indirecta los defectos de los que están a su alrededor, haciendo sus vidas ingobernables e infelices. Los afectados por el alcoholismo ajeno a su vez afectan a otros, y el daño a nivel social va creciendo exponencialmente y pasa de generación en generación. La droga que causa más problemas a nivel social es el alcohol.

Los retos que enfrentamos los afectados por el alcoholismo son muchos. Andar lastimado por la vida y sin saber cómo responder adecuadamente ante ella, implica un esfuerzo enorme incluso en situaciones que normalmente no significan mayor problema, como socializar. Pareciera que todos los ámbitos de la vida se ven invadidos por el espectro del alcoholismo y nos complica la existencia. Los retos los resumiría en uno solo: EL RETO ES VIVIR. La mayoría, como los alcohólicos, buscan un paliativo para soportar el dolor existencial que produce no vivir plenamente. Otros sucumben ante la tentación de no seguir adelante y optan por la muerte.

El destino de un afectado no es nada halagüeño a menos que busque una solución. No funciona que el alcohólico deje de beber o alejarse de él. Los efectos los seguirá cargando el afectado, hasta que busque la ayuda apropiada y trabaje en sí mismo. En mi caso, esa ayuda apropiada la encontré en los Grupos de Familia Al-Anon.

Se me ha preguntado cómo recuperarse de afectación del alcoholismo de otra persona, como buscando que dé la respuesta en una sola oración. La única oración que se ocurre es “Practicando los Doce Pasos del programa de Al-Anon” ¿Qué significa eso?  Referirme a cada paso sería muy largo, pero me basaré en las cuatro ideas primordiales que encierran para resumir el proceso.

Lo primero es admitir la incapacidad ante el alcoholismo de otra persona. Esta derrota es el primer camino hacia la victoria. Tratar de controlar y curar el alcoholismo ajeno es una tarea condenada al fracaso. El único que puede detener la enfermedad es el enfermo alcohólico. No se le puede obligar. Los intentos bienintencionados por rescatarlo empeoran las cosas. Lo sensato es que el afectado centre su atención y esfuerzos en sí mismo y busque ayuda para sanar.

Lo segundo es poner en un Poder Superior a uno mismo, su vida y su voluntad. Puede adoptar como Poder Superior por ejemplo a Dios como usted lo entienda, el grupo, la literatura de Al-Anon, el Universo o hasta un objeto inanimado. Lo importante es que usted crea que puede cuidar y guiar su vida algo que suele ser un enorme reto porque, como dice nuestra literatura, la confianza es de lo primero que muere en un hogar alcohólico.

Otra acción para recuperarme es un cambio de actitudes. El programa nos sugiere una serie de actitudes sanas para vivir. En la medida que las haga parte de mí, no solo voy a enfrentar mejor el alcoholismo, sino también vivir mejor. Adicionalmente nuestro cambio de actitudes puede ayudar a sanar la dinámica familiar enferma y animar a los demás a buscar su propia recuperación.

Finalmente, se nos pide transmitir los tesoros que hemos recibido para retenerlos. Esto no se refiere solamente a hablarles a otros del programa, sino trasmitirles su calidez ¿Cómo? Con la práctica del programa que se puede resumir en la palabra amor. Una actitud benevolente en todas mis acciones va a tener efectos positivos en mi vida. Dando es cómo recibo.

El alcoholismo causa daños devastadores y los que rodean al alcohólico sufren graves consecuencias. La buena noticia es que se pueden revertir, aunque va a llevar tiempo y esfuerzo.  El practicar el programa me ha ayudado a mejorar mi forma de pensar y por lo tanto de sentir y actuar. Al-Anon no me ofrece una vida perfecta, pero sí una mucho mejor en tanto me mantenga obediente a los principios que me enseña el programa.

Un alcohólico, que no tiene necesariamente que ser de su generación, puede haber afectado su vida. Le sugiero asistir a Al-Anon. No tiene nada que perder y los beneficios que obtendrá serán tan grandes como su disposición para trabajar por su sanación interior.

C.G.