domingo, 21 de julio de 2019

Cuando me arriesgué



CUANDO ME ARRIESGUÉ
Por Sue P. Directora Adjunta—Servicios a los Grupos
The Forum, abril de 2019


El triángulo de tres lados que simboliza nuestra hermandad es un recordatorio de que los Pasos son para mi recuperación personal, las Tradiciones son para usarlas en mis relaciones con los demás y los Conceptos me guían al ocupar posiciones de servicio. Mi recuperación de la enfermedad familiar del alcoholismo no comenzó a ocurrir hasta que comencé a poner un pie en una posición de servicio. Al igual que pruebo como está el agua del océano antes de sumergirme, probé las aguas del servicio. Tuve que comenzar sin más que estar presente fielmente en mi reunión cada semana. Sabía que, si quería que Al‑Anon funcionara en mi vida, debía ser consistente. Seguí escuchando que lo que se compartía en las reuniones era como medicina, y si quería que funcionara, necesitaba tomármela con regularidad.

Antes de Al‑Anon, nunca era invitada a unirme a actividades grupales; yo siempre fui la última persona invitada al equipo de gimnasia. Sin embargo, mis amigos del programa me invitaban a participar en muchas actividades. En mi grupo, estas actividades incluían preparar la reunión y limpiar, preparar refrigerios, tomar apuntes durante las reuniones de negocios, ser responsable por la cesta para las contribuciones que se pasaba semanalmente, hacer un inventario de la literatura de nuestro grupo y coordinar una reunión. A cada paso, los miembros de mi grupo allanaban el camino.
De esta manera, era como si todos fueran mis primeros Padrinos o Madrinas de servicio. Ellos ejemplificaban el comportamiento que yo quería tener.


Cuando llegó el momento de elegir a un nuevo Representante de Grupo, alguien me nominó. Yo no pensé que merecía ocupar el cargo. ¿Qué puedo saber yo? ¿Y si cometo un error? Pensé: ¿Qué tal si hago algo y se disuelva Al‑Anon? Me recordaron amablemente que este es un programa colectivo y que hay personas que pueden ayudar porque han ocupado esa posición antes. Así que me arriesgué y me zambullí con los dos pies. Mientras continuaba aplicando los principios espirituales del programa de Al‑Anon, me sentí más confiada. Esto tuvo un efecto en mis relaciones en casa y en el trabajo. Pude hablar con mi familia y mis compañeros de trabajo de la manera en la que le hablo a mis compañeros de servicio en Al‑Anon: con amor y respeto.

Mi Madrina de programa me guía a través de los Pasos y las Tradiciones para ayudarme en la recuperación de la enfermedad familiar del alcoholismo, de manera que pueda darme cuenta de mis reacciones ante cada situación. Cuando esa persona no está disponible, también tengo una familia de Al‑Anon en la cual me puedo apoyar, la cual puede ofrecer asistencia y amor. Mi Madrina de servicio me enseña cómo aplicar los Conceptos a medida que presto servicio. Ninguna de esas Madrinas está en un pedestal. En vez de ello, comparten de sí mismas y me ayudan cuando lo necesito. ¡El servicio de Al‑Anon es algo que sin duda no puedo hacer sola!


Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Groups Hdqs., Inc., Virginia Beach, VA.


viernes, 19 de julio de 2019

Parálisis espiritual


Recientemente he estado visitando un centro de rehabilitación física debido al quebranto de salud que sufrió un familiar y que requirió internamiento. El visitar hospitales me sirve de motivo para practicar la compasión y el agradecimiento. Ver como a algunos se les complica las actividades más simples como respirar, me recuerda lo valioso que es poder hacerlas. Por mucho tiempo solo agradecía lo que me parecía especial o extraordinario. Ahora me doy cuenta que tenemos muchas cosas extraordinarias que muchos solo consideramos como tales cuando surge la amenaza de perderlas o cuando se pierden.

Ver tantos pacientes con tan graves de problemas de movilidad me hizo pensar en mucha gente que también tiene graves problemas de incapacidad, pero espiritual. Una vez un tenista con un problema físico hablaba delante de unos estudiantes y les decía que la diferencia entre ellos y él es que ellos podían ver su limitación, pero él no la de ellos. Estar en ese lugar me pone a reflexionar lo normales que podemos sentirnos porque nos vemos solo de manera externa pero un análisis más profundo revelaría nuestras graves incapacidades espirituales.

Los que hemos convivido con alcohólicos por un tiempo prolongado, desarrollamos una discapacidad espiritual. A diferencia de un problema físico no se ve y por eso no suele ser detectado y si lo es, no se le suele ver su gravedad lo que impide buscar ayuda. Lo bueno es que para los que puedan darse cuenta de su problema, existe un centro de rehabilitación espiritual al cual recurrir: AL-ANON. Ahí se aprende a desarrollar nuestras facultades espirituales que se vieron atrofiadas a veces desde muy temprana edad, incluso antes de nacer. La terapia espiritual, como en el caso de la física va a requerir mucho esfuerzo propio y puede resultar dolorosa, pero el resultado vale la pena. 

Otra cosa que pienso cuando veo esos pacientes es la tolerancia y compresión hacia nuestras limitaciones. Si bien es cierto no puedo aceptar un comportamiento inaceptable de ninguna persona, debo comprender que está limitada.  No puedo esperar que corra alguien que difícilmente puede caminar. Quizá algún día con el esfuerzo suficiente pueda correr, pero mientras debo entender que hace lo que puede.

Gracias a Dios mucha gente fue muy tolerante conmigo y lo sigue siendo porque mi proceso no ha terminado ni terminará mientras viva, pero por la gracia de Dios voy mejorando.
 
C.G.