jueves, 29 de octubre de 2015

Derribando paredes para darle paso a la recuperación.

Les comparto este artículo de la revisa The Forum de marzo del 2008 escrito por la compañera Doreen D. de Carolina del Norte:

Derribando paredes para darle paso a la recuperación.

Al recordar el pasado de mi vida, me di cuenta de que he construido tantos puentes sin darme cuenta, algunos de los cuales no han sido apropiados. También he construido muchas paredes. Durante los días de alcoholismo activo, construí una pared alrededor de mí misma y no había puente que me alcanzara. Estaba tratando de buscar una mejor vida, pero no podía dejar que las paredes se derribaran lo suficiente para dejar que un puente del exterior se comunicara con el interior de mi ser.

Finalmente la pared se desmoronó; ya no pude mantenerla levantada con mis resentimientos y con mi ira. Acudí al puente que me estaba esperando: el puente a los Grupos de Familia Al-Anon. Crucé ese puente hacia una vida que nunca creí posible.

Siempre había tenido una relación con un Poder Superior, pero no fue sino hasta que llegué a Al-Anon que me di cuenta de que no era tan profunda como yo quería que fuera. Inicié la búsqueda de la espiritualidad con la ayuda que recibí en las salas de reuniones y de mi Madrina. Con el ejemplo, me mostraron la espiritualidad por medio del amor, la comprensión y el apoyo que no sólo me dio mi Madrina sino que también me dieron todos los miembros de mi grupo; lo cual había sido transmitido a ellos por medio de los puentes que nuestros pioneros construyeron desde hacía muchos años.

Oh, siento tanta gratitud de que esos puentes fueran construidos tan fuertes como para durar todos estos años y de tengan la fuerza suficiente para continuar siendo puentes en el futuro de Al-Anon en todo el mundo.

A través de los años en Al-Anon he tenido que acudir en varias ocasiones a buscar nuevamente el fortalecimiento de mi vida espiritual. Cuando vine a Al-Anon era tan ingenua que creía que todos mis problemas se acabarían. ¡Qué equivocada estaba! En muchas ocasiones lo único que me ha sostenido es creer que mi Poder Superior me ayudará a salir adelante.

Cada dolor que de nuevo me invadía no sólo fortalecía mi vida espiritual sino que me hacía tener presente que siempre debo luchar para seguir en la búsqueda de una relación aún más profunda con mi Poder Superior. Sé que al continuar con la práctica de este programa seguiré fortaleciendo y vigorizando mi búsqueda espiritual.

Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon
Family Group Hdqts., Inc., Virginia Beach, VA.

martes, 27 de octubre de 2015

Terror convertido en amor

Varias compañeras y compañeros colaboraron en la creación de unos videos que nos sirviera de promoción pero ante todo de atracción. El escuchar ese coro de testimonios me emocionó. Conozco a algunos de los colaboradores y sé que su transformación
es asombrosa. Sus historias de terror ahora son historias de amor. Cuando veo que llega una persona nueva al grupo, dentro de mi corazón anhelo que sea persistente y alcance los grandes regalos que da el seguir el programa. Sé que si uno llega a la Hermandad lo hace desesperado, prácticamente considerándola como el último recurso. No es difícil adivinar que los primerizos están angustiados y su primer deseo es contar su historia normalmente acompañada de lágrimas.

Oír estos testimonios reunidos con el fin de llevar experiencia, fortaleza y esperanza a otros que las necesitan reafirma mi fe en las personas. Tal vez soy ingenuo pero sigo con la convicción de que en la esencia del hombre lo que existe es una necesidad de hacer el bien. Nos unimos para ayudarnos y vivir en armonía y si no lo hacemos nos dañamos y nos sentimos mal. La base del Programa es el amor. Alejarnos de él es lo que nos enferma y al aprender a vivir conforme a él recuperamos nuestro verdadero ser con todo y los beneficios que eso acarrea.

Estas muestras de solidaridad nos deben servir para animarnos a seguir progresando y para estimular nuestro deseo de servir. Todos se prestaron gustosos a participar en algo que sabían iba a beneficiar a mucha gente. No pensaron en un beneficio personal aunque sabemos que a nivel espiritual nada se queda sin retribución. No se necesitaron grandes recursos, ni grandes sacrificios. El costo en términos económicos fue de cero. Solo se requirió voluntad que por desgracia es algo muy escaso fuera de la Hermandad... y a veces hasta dentro de ella.

Video: ¿Qué puedo obtener el Al-Anon?

domingo, 25 de octubre de 2015

Los Pasos



Han transcurrido muchos años desde que conocí los Pasos y no dejan de admirarme. Cuando llegué a mi primera junta me puse a inspeccionar las paredes y allí estaban en un cuadro. Inmediatamente me di cuenta de que la terapia consistía en una sanación interior. Se veían muy sencillos y no fue hasta que empecé a profundizar en ellos que supe que por mi propia naturaleza deformada, no eran tan fáciles de seguir. Pero hacerlo, aunque fuera complicado, era la clave de la felicidad.  

Los principios sobre los que se sustentan los Pasos son universales. No me estaban diciendo nada nuevo. Eso sí, me gusto mucho gustó mucho la forma en fueron estructurados y su sencillez. En el tema espiritual estaba acostumbrado a que todo era muy complejo y ceremonioso. Se tenían que seguir ciertos ritos que la verdad muchos me parecían aburridos. Pese a que se suponía que se trataban de asuntos profundos, todo me parecía muy superficial y aunque no dudo de que la intención fuera lograr cambios interiores, la mayoría de las personas solo salían con la ilusión de un cambio. Lo digo porque en cuanto se alejaban de ese ambiente de reverencia y suntuosidad, muchísimas volvían a ser las mismas. Yo no me quedaba atrás.  La anhelada conversión no pasaba de ser una bonita meta que nadie estaba en disposición de alcanzar. Los favores que se pudieran alcanzar de Dios, eso sí era importante y siempre se tenía en mente.

Los Pasos me obligan a tomar acciones concretas en mi vida diaria  para vivir sensatamente y sentirme bien y en armonía. No son una cura sino el proceso que debe seguir todo hombre para realizarse como tal. Mi opinión es que se deben seguir porque sencillamente porque  es lo que espera que toda persona debe hacer, es decir confiar en Dios, limpiarse interiormente y ayudar a los demás. ¡Este sería un mundo maravilloso si todos siguiéramos esos principios! Pero vivimos en un mundo donde no todos los siguen y vean el lamentable resultado.

domingo, 18 de octubre de 2015

Comprensión a través de mi imperfección

En estos días me he dado cuenta de que algunos conocidos míos han recibido severos regaños por diferentes motivos. No se los he dicho ni pienso decírselos, pero sé que las personas que los censuraron han cometido faltas muchísimo más graves que las que les reprocharon. No digo que no se deba llamar la atención a otro por una actitud incorrecta, lo que no me parece es ser tan poco comprensivo y hasta usarse uno mismo como modelo a seguir cuando ha incurrido en faltas mínimo iguales a las que despiertan su indignación. Al repasar mis faltas me doy cuenta de mis deficiencias y se me complica juzgar a otros usando criterios superficiales y una extrema severidad. Tendré que señalar las faltas y quizá hasta deba penalizarlas, pero no hay manera de que yo me sienta en un nivel moral superior a nadie. Me sería muy fácil creerme por encima de los demás y hasta caer en el autobombo si no practicara la autoconciencia ni la aceptación que me obligan a tomar una actitud más humilde frente a la vida. 

 Hay gente que tienen la idea de que soy buena persona y hasta me prodigan halagos que me parecen exagerados. Agradezco su amabilidad, aunque se están dejando llevar por una imagen.  Consciente como soy de mis errores, sé que no merezco el adjetivo de bueno. Estoy en la lucha contra mis defectos de carácter igual que mis compañeros, quienes tratan de llevar una vida más plena limpiándose interiormente. Me siento contento de los progresos que he ido logrando, pero soy defectuoso y lo seguiré siendo hasta el fin de mis días. Debo tener mucho cuidado con la bestia interior con la que convivo y será mi compañera por largo tiempo. No lo veo tan mal considerando que para evitar caer en sus garras y poder seguir avanzando por el camino correcto por lo menos la mayoría de las veces entonces debo practicar la paciencia, la comprensión y el servicio. Una vez escuche la frase “la perfección es luchar contra la imperfección”. Esa sería la única perfección que podría aspirar.

 Si el desagrado por mis imperfecciones me empuja a superarlas, entonces también tienen su valor porque me motivan a ser mejor. Bien decía Bill W., cofundador de A.A., que nada se desperdicia en la economía de Dios.

 C.G.


martes, 13 de octubre de 2015

La recuperación se conquista todos los días

Las personas somos muy inconstantes y regularmente posponemos las cosas o las dejamos de hacer definitivamente. Alguien decía en un programa de radio que la segunda fuerza que mueve al hombre es la pereza. No me sorprende el dato. Yo me he dejado dominar por ella. Cuando repaso la historia de la humanidad pareciera que se resume en que siempre alguien se ha tratado de aprovechar de otro para no hacer nada. No es de sorprender que al llegar al programa nos cueste accionar para lograr nuestra sanidad. Habrá quienes lleguen con la esperanza de que con solo sentirse bien en un grupo tan comprensivo y donde se oyen palabras e historias tan motivadoras bastará para sanar. Ir a las reuniones me agrada mucho y me hace sentir muy bien pero nuestro programa es de acción. Sentir algo bonito dentro de mí cuando leo nuestra literatura o voy a reuniones, no es garantía de que se esté operando un cambio positivo en mi interior. En el ámbito religioso he visto mucha gente caer en esa ilusión de verdadero progreso espiritual sustentado en pura emotividad.


Debo adquirir un compromiso diario con el cambio y ejecutar acciones concretas para lograrlo. El progreso de mi recuperación depende de trabajar sinceramente por vivir de acuerdo a principios y dejar a un lado mi personalidad enferma que solo quiere hundirme. Es un trabajo constante y permanente cuyo descuido traerá una recaída y si no estoy suficientemente fuerte, no me levantaré fácilmente o de plano me quedaré ahí tirado. Igual que como pasa con el ejercicio físico, el ejercicio espiritual requiere disciplina para que sean efectivos.  La desidia trunca mi camino a la felicidad.


Hay una frase que oigo mucho en los grupos “El programa no es para quien lo necesita, sino para quien lo quiere”. Querer el programa significa desear tanto cambiar que trabajo en él a diario para superarme En el mismo programa radial que comenté al inicio de este comentario, se dijo que para mediados de enero, el 80% de la gente ha renunciado a sus intenciones de Año Nuevo. Otra estadística dice que solo un 17% de la gente a la que se les hace una invitación a los grupos de 12 Pasos la acepta (de 100 invitados, 17 llegarán) y que solo un tercio de ellos (de esos 17 serían entre 5 y 6) se quedan por más de cuatro meses. Si no se está dispuesto a perseverar y trabajar, no se podrá progresar.

C.G.

domingo, 11 de octubre de 2015

Mi testimonio



Como parte de un proyecto especial que esperamos desarrollar en Al-Anon Costa Rica, escribí un testimonio que quise publicar acá para compartirles mi experiencia, fortaleza y esperanza:

Soy hijo de alcohólico y por lo tanto vengo de un hogar muy disfuncional donde mi desarrollo como persona fue severamente truncado. Aprendí a vivir con mucho miedo y vergüenza y me convertí en un niño muy tímido, y esa timidez me ha acompañado gran parte de mi vida. De cierta manera quería ser invisible, evitar a los demás y evitar cualquier forma de confrontación, así que también evitaba enfrentar los problemas. Mi vida se había vuelto una huida constante. 

El temor me ha paralizado varias veces y me ha impedido aprovechar muchas oportunidades que se me  han presentado en la vida. Siempre me había sentido inadecuado y mi autoestima estaba muy dañada. Me volví complaciente y la opinión de los demás me importaba demasiado. Permití que las personas me dañaran y se aprovecharan de mí. Por eso fui guardando muchos resentimientos contra otros y contra mí mismo. Me había convertido en mi peor enemigo.

La ansiedad me agobiaba. Al crecer en un hogar disfuncional y tan explosivo, vivía con mucha zozobra. Como dice nuestra literatura,  me la pasaba anticipando la próxima desgracia. La ansiedad llegó a un grado tal que a los 24 años sufrí mi primer ataque de pánico que me tuvo en un calvario de dos meses. Después de ese ataque, la ansiedad dejó de ser solo una incomodidad para convertirse en un flagelo. 

El no querer afrontar las situaciones difíciles o que yo veía como difíciles, dio pie a un problema que para mí significó tocar fondo y me di cuenta que ya no podía más. Mi vida se había vuelto ingobernable. En ese momento fue cuando me conocí sobre el Programa. En Al-Anon encontré gente amable y deseosa de apoyarme. Nuestras historias eran bastante similares por lo que me sentí comprendido y muy a gusto.

Estoy muy agradecido de haber llegado a Al-Anon donde poco a poco, pero de manera constante, estoy recuperando el control de mi vida. He ido corrigiendo todos esos comportamientos que tanto daño han causado y ahora estoy seguro que voy por el rumbo correcto. Por eso como sobreviviente del caos siento la necesidad, o mejor dicho la urgencia, de pedirle a las personas que sientan que su vida ha sido o sigue siendo afectada por la forma de beber de otro, que se den la oportunidad de encontrar el mismo tesoro que yo encontré en Al-Anon.
 
C.G.

domingo, 4 de octubre de 2015

Las consecuencias de nuestros actos

El Programa hace bastante énfasis en el servicio a los demás. Es uno de sus pilares y pareciera el fin último del mismo. Me preguntaba porqué y la primera respuesta que se me vino a la cabeza fue que el servicio desinteresado me ayuda reducir mi egocentrismo, que es el que me enferma. A menos ego, mayor salud emocional.  Hacer el bien a los demás siempre trae su recompensa aunque no la esperemos. El sentido de la vida hombre es amar y a medida que lo haga, más feliz es. Cuanto más me decida a tratar a los demás con consideración y vivir en armonía, mejor me siento. Lo que llamamos recuperación es el proceso de alcanzar la plenitud humana a la que todos estamos llamados a llegar. Es encontrar el sentido de la vida y vivir de acuerdo a él.

Si hacer bien a otro nos hace avanzar hacia la realización humana, hacer daño tiene que producir el efecto contrario.  Me reduzco como persona trayendo como consecuencia más egocentrismo y me vuelvo un imán de la desgracia. Algunos refutaran ambas ideas porque a simple vista pareciera que a los que dañan les va muy bien, y los que hacen bien la pasan difícil. Creo que hay que ver más allá de lo superficial y entender de otro modo el “que le vaya bien a uno.”  Por lo que he visto, las consecuencias de nuestros actos, correctos o incorrectos, siempre traen consecuencias. Mi distorsionada forma de ver la vida me hizo dudar que lo que en general se ha llamado lo correcto y  se ha pregonado desde hace siglos, era práctico. La dicha entendida como placer no parecía poder ser alcanzada sin hacer cosas inapropiadas y mucha gente estaba dispuesta a disculparlas y aceptarlas, por ser el precio para lograr el éxito.

Ya no me cabe duda que no se puede causar daño a otros, por más justificaciones que le ponga. Mi felicidad es la que está en juego y la vida siempre pasa la factura. En el plano espiritual no existe la impunidad.




jueves, 1 de octubre de 2015

El búnker

En el trayecto de regreso a mi hogar, después del trabajo, todos los días tenía que pasar frente a una casa algo deteriorada de donde veía entrar y salir gente con aspecto sospechoso. La entrada principal estaba muy cubierta dándome la impresión que se trataba de un escondite. Llegué a la conclusión que era un búnker de droga. Al pasar frente a ese lugar tenía una sensación de tristeza y enojo. Tristeza por la tragedia que vivían las personas que habitaban en esa casa y enojo porque sabía que estaban contribuyendo a esparcir esa tragedia. Otra cosa que me enojaba era que las autoridades no hubieran tomado cartas en el asunto, especialmente considerando lo céntrico de ese sitio de distribución de drogas y albergue de adictos.

Un día me quedé boquiabierto cuando vi salir del búnker un muchacho a quien no hace mucho le habíamos celebrado su aniversario de sobriedad en una actividad que reunía a miembros de diferentes grupos de 12 Pasos. Sentí un vacío en el estómago y una gran decepción. O bien había recaído en la droga o era un hipócrita. Tuve deseos de contárselo al encargado de organizar dichas actividades especiales para que tomara cartas en el asunto. Verlo compartir con los demás adictos que estaban parados muy campantes me perturbó. No tenía por qué sorprenderme ya que en esas mismas actividades habían dicho que los adictos son mentirosos y manipuladores así que no debía extrañarme su cinismo. Pensé en todas las personas que lo felicitaron el día que se le festejó y me dio pena por ellas.

Una tarde volví a pasar por el búnker y me encontré en la acera a la persona a quien le iba contar acerca del falso adicto en recuperación. Como de costumbre me saludó muy cordialmente y me invitó a ir un día a conocer el centro de restauración ¡El búnker era el centro de restauración! ¡La gente que vivía ahí eran adictos recuperándose! Ya antes me había invitado a unas reuniones que se realizaban en esa zona, pero me imaginaba unas instalaciones algo más glamorosas. No le conté nada de lo que mi suspicacia me había hecho sospechar y me despedí. En el camino iba pensando que todavía tengo mucho trabajo que seguir haciendo para dejar de juzgar con ligereza.

C.G.