sábado, 14 de noviembre de 2020

Recuperación: Contagio familiar

Si el continuo estímulo negativo que produce convivir con enfermos alcohólicos causa estragos, ¿el estímulo continuo de una persona que practica el programa puede propiciar cambios positivos en los demás? ¡Sí! El preámbulo sugerido de nuestras reuniones lo dice: “Un cambio de actitud en la familia puede ayudar a la recuperación”. Un solo miembro que cambié puede servir como factor de cambio para el enfermo alcohólico, así como para los demás afectados por él.

En las familias alcohólicas se crea una dinámica enferma, un círculo vicioso al que muchas veces nos referimos como un carrusel. A medida que nuestra forma de pensar se distorsiona vamos contribuyendo a fortalecer y perpetuar la insania de toda la familia. El alcoholismo deja de ser un problema personal para convertirse en un problema familiar que se trasmite a las siguientes generaciones. Esa falta de cordura también va a afectar a otros fuera de nuestro núcleo familiar, y seguirá creciendo exponencialmente para llegar a ser un problema de proporción social.

La buena noticia es que un solo miembro de la familia que rompa esa dinámica enferma, que renuncie a su papel en esa tenebrosa obra de teatro, desestabiliza todo el sistema y eso puede provocar cambios importantes. En Al-Anon no se ofrece ninguna terapia para cambiar a los demás. El cambio es personal pero inevitablemente ese cambio va a afectar mi interacción con los demás, lo que puede llevar a un cambio en cómo me traten y en sus actitudes en general. Por ejemplo, si he sido rescatador y ahora dejo que las personas sufran las consecuencias naturales de sus actos, las estimularé para que sean responsables. Si pongo les límites, las estimularé para que sean respetuosos y revisen su conducta. Si antes las trataba con hosquedad y ahora las trato con cortesía, las puedo animar a que sean corteses conmigo.

Considero que el lema Que empiece por mí nos invita no solo a la práctica de los principios nosotros mismos, como dice la Quinta Tradición, sino también a ser los iniciadores del cambio que deseamos ver en los otros. No es necesario forzar a nadie, solo dedicarnos a hacer de nosotros las mejores personas posibles. El ejemplo y el tener una relación más sana con los demás son el incentivo. Como mencioné anteriormente la meta no es cambiar a nadie excepto a nosotros mismos, pero adicionalmente podemos contagiar la recuperación no solo a nuestros familiares sino a cualquiera que nos encontremos en el camino. Yo decido un día a la vez no dejarme contagiar de la insania de los otros, sino regalarles algo de mi sanación.

C.G.