jueves, 19 de marzo de 2020

Recuperación en los tiempos de la pandemia



Desde que empecé a dar mis primeros pasos en el programa, me di cuenta de que este no era una cura para la afectación de la convivencia con un alcohólico. Mas bien era un programa que fortalece las virtudes que están dentro de todo ser humano para que viva bien.  Como se infiere de la literatura, Dios ya me ha dado todo lo que necesito para ser feliz, pero tengo que sacarlo a la luz y ese es mi trabajo en Al-Anon. Vivir los principios del programa me permite enfrentar la vida con sensatez de la que se deriva también la muy ansiada serenidad que llegamos buscando.

El equilibrio emocional que he ido adquiriendo me ha permitido vivir con una razonable tranquilidad en medio del mar de temor desatado por la expansión del coronavirus. Y no soy el único. Varios miembros que se han esforzado por vivir lo más sinceramente posible el programa, han logrado mantenerse bastante estables en medio de este tiempo tan turbulento donde la mayoría de la gente se ha entregado a la histeria. Vamos contra corriente, pero la dirección es la correcta.

Acostumbrado en un pasado a esperar lo peor, cuando se presentaba algo realmente serio mi mente pesimista lo sobredimensionada. También creía cualquier información fatalista al respecto sin comprobar su veracidad y sin importar lo descabellada que fuera. No descarto que me hubiera convertido en un adicto a la sensación de temor que me gobernó por muchos años y quería repetir ese impulso negativo continuamente ansiando la tragedia. Como me decía mi padrino, quizá buscaba un placer morboso. Corregir lo anterior me ha permitido poner la situación actual en su justa medida y no creerme de buenas a primeras la información extraoficial, ni tampoco compartirla hasta comprobar su validez. Ahora pienso.

Como he aprendido en la hermandad, en vez de preocuparme mejor me ocupo. Acción es la palabra mágica.  Sigo las recomendaciones que se han hecho para protegerme y desde luego proteger a los demás, porque el bienestar común tiene la preferencia, pero debo empezar por mí. Ahora que menciono a los demás, se me han presentado varias oportunidades de compartir mi recuperación con otros ayudándoles a tranquilizarse sin minimizar la seriedad del asunto cuando me expresan su temor.

La fe, que considerando el pánico que se ha desatado es bastante escasa, es un gran regalo que he obtenido y en gran parte me ha permitido no dejarme llevar por tanta agitación. Otro elemento importante para evitar que me derrumbe, es la aceptación. No niego la situación actual, acepto la realidad que está pasando e incluso he aprendido a aceptar lo peor que pudiera pasar, aunque si realmente tengo fe, lo que pase es lo mejor.

Es normal que mis defectos de carácter quieran salir con mucha fuerza en momentos de crisis. No me sorprendería que más adelante sintiera que he retrocedido en mi camino hacia la recuperación. Ya me ha pasado, pero nuestra bienvenida sugerida dice que no hay situación verdaderamente desesperada. Si llegara a sentirme tentado a montarme en la ola del temor, debo creer que esto de una manera u otra pasará y saldré adelante. Como enseña Al-Anon, la misma crisis puede ser una forma de ayuda. He pasado por otras que me han servido para crecer en vez de, como en un ayer, hundirme. Siendo así, ¡bendita crisis!

C.G.