viernes, 12 de abril de 2019

Finalmente pude quitarme la armadura


FINALMENTE PUDE QUITARME LA ARMADURA
Por Sue P., Virginia
The Forum, marzo de 2019.

Al crecer en un hogar alcohólico, tuve que aprender mucho por mí misma. Como resultado, desarrollé una creencia arrogante, presuntuosa de que tenía todas las respuestas. Sentí que era yo quien tenía que mantener las cosas en orden. Una vez que salí de casa, me sentí segura de que estaba preparada para enfrentarme al mundo y me prometí vivir de manera diferente. Me revestí de una armadura e iba a hacer falta un milagro de mi parte revelar mi verdadero ser a cualquiera, incluso a mí misma.

Escuché sobre Al-Anon durante una pasantía que estaba terminando para la escuela y asistí a algunas reuniones de Al‑Anon y A.A. como parte de mi tarea. Pensé inmediatamente que mi madre de verdad necesitaba hacer esto de Al‑Anon porque era claro que no estaba contenta con la bebida de mi padre. Ella fue varias veces, pero no vio cómo Al‑Anon podía ayudarla. Después de todo, no bebía. Compró uno de los libros de lecturas diarias y sintió que eso era suficiente.

A pesar de que mi ser querido alcohólico alcanzó la sobriedad y comenzó a ir a A.A., yo era más miserable que nunca. Mis inseguridades profundamente arraigadas estaban corriendo desembocadas, y cuando regresé a Al‑Anon, no pensé que pertenecía ahí porque no quería pertenecer. No quería ver mi parte. Afortunadamente, escuché que Al‑Anon se refería a mi enfermedad. Mi comportamiento y actitudes me estaban enfermando y ni siquiera me di cuenta. Puse a todos los demás en primer lugar, pensé que conocía las respuestas a los problemas de todos los demás y justifiqué mis acciones hasta el punto de que pensé que no podía cambiar.

Al escuchar a otros compartir sus experiencias, sentí esperanza para mí misma, esperanza de poder arriesgarme a quitarme la armadura, o tal vez solo una parte, para revelar el verdadero yo. Sorprendentemente, empecé a cambiar cuando este programa de amor comenzó a revelarse frente a mí. Al‑Anon me ha ayudado a amarme y aceptarme como soy, a pesar de la enfermedad familiar del alcoholismo. "Seguiré viniendo" para recordarme que soy digna.

Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Groups Hdqs., Inc., Virginia Beach, VA.

Pensé que estaba ayudando


PENSÉ QUE ESTABA AYUDANDO
Por Frank V., New York
The Forum
, March 2019

Vine a Al‑Anon porque tenía un hijo alcohólico. Me sentí miserable porque mi hijo estaba en problemas y frustrado porque parecía que yo no podía hacer nada al respecto. También me enojé de que me mintiera y se aprovechara de mí. Como padre, me vi a mí mismo como el reparador. Brindé sabiduría, orientación y consejos, muchísimos consejos. Minimicé los problemas usando el humor, proporcioné dinero y mostré desaprobación. El efecto de mis acciones puso obstáculos en su camino hacia la recuperación porque no le dieron espacio para respirar, ninguna oportunidad para ayudarse a sí mismo y reconstruir su autoestima. Cada vez que se daba la vuelta, yo estaba allí para ayudar, o eso pensaba, al ofrecer lo que sentía que era una mejor manera. Siempre teníamos charlas telefónicas largas, que solían consistir en que él me contara sus problemas y yo le aconsejara porque sabía que, si solo escuchaba, todo estaría bien. En verdad, mi consejo, el dinero y la desaprobación no hicieron más que herirlo. En efecto, le estaba diciendo que no tenía las habilidades necesarias para tomar sus propias decisiones. Lo estaba degradando, no ayudándolo.

Sin embargo, al usar las herramientas que aprendí en las reuniones de Al‑Anon, cambié la naturaleza de nuestras conversaciones. En lugar de dar consejos, di empatía. En lugar de decirle qué hacer, le dije que lamentaba escuchar su último problema y dejar que lo resolviera por sí mismo. Entonces sucedió algo extraordinario. Después de varias semanas de estas conversaciones, me dijo: "Sabes, realmente disfruto estas conversaciones que hemos tenido últimamente; significan mucho para mí”. Al mismo tiempo, comenzó su propio programa de recuperación.

Mi nuevo enfoque no hizo que se recuperara o incluso lo ayudara a recuperarse, pero eliminó algunos obstáculos que había estado poniendo en su camino. En esencia, mi guion había cambiado, y por lo tanto, nuestra relación cambió. A través de este programa, aprendí que, si me cuido y me trato con respeto, estaré en una mejor posición para ayudar a mi hijo de manera que reconozca que hay una persona real, una persona amorosa, dentro de mi hijo alcohólico. Finalmente me di cuenta de que él es un adulto y, por lo tanto, tiene el derecho de resolver sus propios problemas y vivir su propia vida. Como resultado, además de ser mi hijo, una vez más se convirtió en un amigo muy cercano y querido.

Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Groups Hdqs., Inc., Virginia Beach, VA.

miércoles, 10 de abril de 2019

Un rayo de esperanza


UN RAYO DE ESPERANZA
Por Sherri S., Oregon
The Forum, abril 2019

Mientras conducía hacia la iglesia en esa noche cálida y oscura, deseaba desesperadamente que la reunión se cancelara o que nadie más se presentara. Sentí que el nudo en mi estómago se apretaba cuando entré en el estacionamiento lleno de autos, con el temor llenando mi cuerpo como el helio a un globo. Con diez minutos para que comenzará la reunión, me senté en mi auto y escudriñé a las personas que caminaban por el sótano de la iglesia y oré para que no viera nadie que me conociera ¿Qué pensarían si me vieran aquí? Ellos lo sabrían. Ellos chismorrearían. Luego pensé en la desesperada promesa que me había hecho mientras estaba acostada llorando en el piso del baño la noche anterior, de darle una oportunidad a esto.

Salí de mi automóvil y entré a mi primera reunión de Al‑Anon sintiéndome como una estudiante de jardín de niños el primer día de clases. Bajé la cabeza para evitar el contacto visual con alguien en la habitación. Personas de todas las edades conversaban animadamente mientras sostenían tazas llenas de café o chocolate caliente. Tomé tranquilamente una silla, esperando hacerme invisible para los que me rodeaban, pero los miembros del grupo me dieron la bienvenida. Cuando las personas empezaron a leer en voz alta, palabras como paz, serenidad y esperanza se lanzaron como si fueran parte de la vida cotidiana. Si estas personas están tranquilas y tienen esperanza, pensé, entonces sus historias no pueden ser tan malas como la mía. Mi vida estaba fuera de control. Me senté en esa silla como una esposa y madre ansiosa, de mal genio y con falta de sueño, exhausta de fingir que mi vida era tan perfecta como la hice parecer en las redes sociales. De ninguna manera iba a compartir mi experiencia con este grupo. Pasé mis días buscando botellas ocultas y mis noches de insomnio esperando a que mi esposo volviera a casa, discutiendo y haciendo amenazas vacías de que debía detener la bebida o sino se las vería conmigo.

Cuando los miembros del grupo compartieron sus historias, sentí que me quedaba boquiabierta por la incredulidad. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, y sentí un brillo de transpiración sobre mí. Una tras otra, escuché historias tan similares a las mías que se contaban con compasión e incluso con serenidad. Pronto la tensión comenzó a desvanecerse de mi cuerpo, cuando sentí los años de ira contenida y resentimiento siendo empujados a un lado como la tierra de una flor germinando. En su lugar brotó un destello de esperanza.

Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Groups Hdqs., Inc., Virginia Beach, VA.