jueves, 14 de abril de 2022

Mi primera reunión de A.A.

 

Tendría yo tal vez 11 años cuando fui a mi primera reunión de A.A. pero no es que yo fuera alcohólico, sino que acompañé a mi papá a una de las pocas reuniones a las que asistió. Me gustó muchísimo y a la fecha tengo en la mente muchos detalles de lo que ocurrió esa noche.  A veces creo que algo dentro de mí me decía que había algo especial en ese sitio.

Conocí del programa desde muy niño. Otros familiares fueron a A.A. aunque la mayoría no perseveró.

Me gustaba hojear su literatura, especialmente el Libro Grande. Por medio de ese libro, un Selecciones del Reader's Digest y un libro de edición anual que trataba de diversos temas, supe de Bill W., el doctor Bob y superficialmente de qué se trataba Alcohólicos Anónimos. Jamás me hubiera imaginado que yo alguna vez seguiría ese programa y que iba a ser de tanto beneficio para mi vida. Jamás me hubiera imaginado que el mismo programa que ayudaba al alcohólico, me iba a ayudar a mí que era parte del "daño colateral" del alcoholismo.

 Gracias a las charlas de un miembro de Al-Anon que me sugirió una amiga argentina y otras coincidencias —¿o "diosidencias"? — llegué a esa hermandad. Aunque todavía tengo mucho que arreglar en mí, siento que se ha operado un cambio milagroso. Es más, ahora veo muchos milagros sentados en los grupos. Los milagros han resultado ser mucho más comunes de lo que me imaginaba. Eso aumenta mi fe y me anima a seguir luchando contra mis debilidades que no pierden ocasión para seguirme molestando ¡Trasmitamos el mensaje para que sigan ocurriendo milagros!

 C.G.


miércoles, 13 de abril de 2022

La madre que logró que su hijo dejara de beber


En un grupo privado de miembros de Al-Anon en Facebook se estuvo discutiendo la inútil que resultaba tratar de lograr que el alcohólico dejara de beber. Yo no tuve problema en admitir mi incapacidad de lograrlo. Una compañera me dijo que yo me subestimaba. Me dejó perplejo esa crítica de una miembro de
Al-Anon, aunque bien pudiera haber sido que no llevara suficiente tiempo en la hermandad para aceptarlo o bien solo era una persona que entró por curiosidad. Siempre dudé que hicieran un filtrado para evitar que entraran curiosos sin ninguna intención de seguir el programa.

El comentario que más me llamó la atención fue el de una señora que afirmaba que logró que su hijo dejara la bebida. Supuse que se trataba de un fiasco, pero no perdía nada con leer qué hizo. Al rato logró lo que la ciencia no ha podido. Su método consistió en estarlo internando en diversos centros de rehabilitación hasta que después del último internamiento, él decidió detenerse. No contó cuánto llevaba sin beber. No sería de extrañar que llevara poco tiempo y ella, como pasa frecuentemente con los familiares de los alcohólicos, se aferraba a la esperanza de que el alto fuera definitivo. Claramente ella no logró que dejara de beber. Él se esforzó por no consumir y ojalá lo continue haciendo. 

Lo que esa madre dijo más bien reafirmó que no podemos detener la compulsión del alcohólico por beber. Aunque pudiéramos lograr que se vuelva abstemio, sería insuficiente. El problema del alcohólico va más allá de la ingesta de alcohol. Padece un desequilibrio mental y emocional muy doloroso que busca aliviar con la bebida. Sin ella, la situación puede empeorar. Al igual que nosotros, necesita la sobriedad que es el pensar y actuar de manera sensata. Eso solo lo puede lograr cada persona con esfuerzo propio y la ayuda apropiada. Se vale ofrecer mi apoyo a otros, pero el trabajo lo tienen que hacer ellos.

C.G.