domingo, 12 de marzo de 2017

Las sobras eran para Dios

De niño se me dijo que Dios era amoroso y tenía gran cuidado de todas las personas. Siempre me hablaron maravillas de él y se me enseñó, como precepto primordial, que había que amarlo por sobre todo. Lo raro era que no veía que tuvieran gran confianza en él y que el tiempo dedicado a servirle era bastante poco y de muy baja calidad. Parecía como si las sobras fueran para él. Lo que me decían no correspondía a los hechos. No era de extrañar. La falta de coherencia era la norma entre los adultos.

 No tardé en asumir la costumbre de dejar a Dios y en general todos los temas espirituales en segundo lugar. Como escribió Bill W., el cofundador de A.A., puse la carreta delante del caballo. Fue un grave error y el efecto fue funesto. Con el tiempo, la atención a mi espiritualidad casi desapareció. Me dediqué a temas puramente materiales y a Dios ya no le daba ni siquiera las sobras.  Es más, estaba molesto con él. El descuido de mi espiritualidad trajo como consecuencia verlo de una manera deformada, al punto de llegarlo a considerar un fraude. No me parecía que tuviera cuidado de nada y más bien era un obstáculo para la felicidad del ser humano.

 Mi relación con Dios sanó después de un fuerte tropiezo en mi vida, pero no fue sino hasta que llegué a Al-Anon que mejoró notablemente. Comprendí que el amor a Dios debía traducirse en servicio orientado a ayudar a la gente que, como yo, ha sido afectada por los efectos de la bebida de otra persona. Eso involucraba la ayuda a las personas de manera individual y la ayuda a la hermandad para que cumpla su único propósito.

 A veces me cuestionan si no le doy demasiado a Al-Anon, que si no he perdido el equilibrio entre mis obligaciones espirituales y las demás. El cuestionamiento me hace gracia. Por el contrario, aunque doy mucho más que antes, pienso que no doy suficiente. Tal vez hay gente que lo estima como mucho porque está acostumbrada a dar muy poco. Creo que nunca podría darle lo suficiente a mi Poder Superior, considerando lo mucho que él me regala.

 C.G.