domingo, 13 de agosto de 2017

Cómo vencí mis temores



Les comparto esta historia escrita por Terry C. de Luisiana para la revista The Forum de noviembre  de 2012:

Cuando compartí con mi Madrina el temor de que mi esposo pudiera volver a beber otra vez, ella me dijo: “Es muy probable que lo haga. Los alcohólicos beben —eso es lo que hacen—. El milagro es mantenerse sobrio”. Eso fue algo duro de escuchar, pero me ha permitido dejar de parar la respiración, como si la energía que gasto en preocuparme pudiera evitar que eso ocurra. Enfrentar ese temor antes de que ocurriera me ayudo a soltar las riendas, a exhalar, y a dejarlo ser. El volvió a beber otra vez. Fue algo triste y doloroso, pero no me sentí devastada ni sorprendida. Los alcohólicos beben —eso es lo que hacen—.

Lo que hice fue ignorar el temor. Simulando que todo estaría bien, me considere un tanto valiente y simplemente seguí adelante en lugar de reconocer el temor. Eso me sirvió bastante en muchas situaciones. Cuando empecé a practicar los Pasos y me enfrente a la realidad de esta devastadora enfermedad en mi vida y mi familia, me di cuenta de que no era valiente. No me gustaba sentir que tenía miedo, así que lo ignore. Después de una serie de llamadas hostigadoras al trabajo, le dije en broma a mi compañera de trabajo: “No tengo miedo”, y ella me respondió: “¡Deberías tenerlo!” Las acciones de un alcohólico furioso atemorizaban a mis amigos y familiares, pero yo ignoraba lo que sucedía.

Fue aterrador y humillante experimentar el temor, admitir que tenía miedo. Y lo tenía. Mi vida estaba literalmente cayéndose a pedazos y ya no podía simular que eso no sucedía. Una vez que empecé a permitirme “sentir” temor, el mismo empezó a girar en mi cabeza en todos los peores casos, incluso en cosas insignificantes. Un instrumento muy importante para mí fue anotar esas cosas, enumerar mis temores, en forma de columna. Sacarlos de mi mente y escribirlos en un papel me permitió separar el temor legítimo del temor falso.

Por ejemplo, perder mi casa era una posibilidad verdadera según la realidad financiera que enfrentaba, pero muchos de los otros temores eran falsos: que mis hijos mayores no me volverían a hablar nunca más si separaba nuestra familia, o que se me haría un tumor cerebral en cuestión de meses y no tendría quien cuidara de mi (si, eso estaba en mi lista). En la enfermedad familiar del alcoholismo, cierto temor es legítimo; las cosas malas suceden, pero gran parte del temor que siento que me rodea es falso, y puedo verlo con mayor facilidad como un impostor cuando está escrito.

Hoy me siento agradecida de que puedo reconocer el temor, no ignorarlo ni simular que soy valiente. Aún me desagrada la sensación de tener miedo. Escribir, hablar con los demás, aceptar el peor de los casos y soltar las riendas son instrumentos que me ayudan a caminar a través de periodos inevitables de verdadero temor. Mi frase en esos casos es: “independientemente de lo que suceda hoy, voy a estar bien”.
 
Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Groups Hdqs., Inc., Virginia Beach, VA.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Viaje de sanación



Les comparto esta historia escrita por Shirley B. de Alberta, Canadá para la revista The Forum de mayo de 2001:

Cuando empecé a ir a Al-Anon, para mí fue solo una salida nocturna, una oportunidad para estar con la gente. Hablaría de vez en cuando pero no de corazón. Como en muchas otras situaciones en mi vida, haría o diría lo que la gente esperaba de mí. Evadí la confrontación y todo marchaba sin complicaciones. Mantuve mis verdaderos sentimientos embotellados dentro de mí, donde me carcomían. Mi falso orgullo impidió que pidiera ayuda.

Al inicio de esa semana llegué a casa del trabajo porque tuve un ataque de pánico. En vez de llorar sola en mi casa, finalmente encontré el valor para llamar a otro miembro de mi grupo ¡Ella realmente fue una enviada de Dios! Habló y oró conmigo hasta que me calmé. Durante ese día y los otros que siguieron, esta miembro continuó llamándome para ver cómo estaba. Al fin tenía a alguien que sabía qué necesitaba - amor, aceptación y ayuda para restaurar mi fe.  

Mientras considera mi situación de esa tarde, recibí de Dios un maravilloso pensamiento. Me di cuenta de que si alguien estaba herido físicamente, más allá de mi capacidad para ayudarle, no dudaría en levantar el teléfono para llamar al “911”. Así que ¿Por qué dudé tanto para pedir ayuda cuando en mi vida pasaba algo difícil? 

Ese día hice mi llamada al “911” y empezó un viaje de sanación. De verdad le agradezco a Dios por el programa de Al-Anon y por toda la gente que está en él.

Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Groups Hdqs., Inc., Virginia Beach, VA.

martes, 8 de agosto de 2017

La limonada de la abuela



Les comparto esta historia escrita por Jackie S. de Georgia para la revista The Forum de febrero de 1998:

Durante un reciente periodo de presión y angustia, comenté sobre mi tristeza y desánimo. De casualidad me escuchó mi nieto de 8 años y dijo "Abuela, recuerda lo que siempre me dices, si la vida te da limones, haz limonada". Le respondí "Tienes razón, pero creo que se me ha acabado el azúcar". . Sus pequeños brazos me rodearon y dijo "Entonces te voy a dar un poco". Plantó un beso en mi mejilla y de hecho la  vida fue más dulce. Una vez más se me recordó que el plan de Dios es apoyarnos los unos a los otros y cómo Al-Anon encaja en ese plan.

Hace siete meses me mudé de regreso a mi pueblo natal donde mi hija alcohólica vive. Llegué llena de ánimo y gran esperanza porque ella y yo habíamos disfrutado un año de madurez y paz en nuestra muy dañada relación. Por cuatro meses compartimos una dulce cercanía, antes de que recayera. De manera rápida y frenética, su regreso al alcohol resultó en tres arrestos, tres hospitalizaciones, dos intentos de suicidio en veinticuatro horas y el sacar a sus tres hijos de su casa.

Me aferré a mi cordura con las reuniones de Al-Anon, la literatura y mi creencia de que Dios estaba con nosotros, aunque no pareciera que fuera así. En lugar de permitir que el estado se llevara a mis nietos, mi otra hija y yo tomamos su custodia. Eso ha sido extremadamente difícil. Incluso aunque los amamos profundamente, el momento no pudo ser peor.

Lucho con la decisión de criar a mi nieto quien está teniendo su propia crisis nerviosa ¡Eso no es lo que había planeado para mi jubilación! Ocasionalmente el resentimiento aflora. Recordando todos esos años de mi propia auto-absorción, esto sorprendida y llena de gratitud hacia esta “abuelita en crecimiento”, que está ganando madurez y practicando el Paso Doce. En mi nuevo papel, he encontrado que las recompensas  son mucho más grandes que los desencantos y que realmente soy bendecida.

Con desprendimiento soy capaz de mantener la paz con mi hija. Si estoy tentada a pensar en “limones”, sonrío y recuerdo que tengo una fuente de dulzura muy cerca. 

Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Groups Hdqs., Inc., Virginia Beach, VA.