
Viendo ahora que el acumular fortuna es un riesgo muy
grande para mi integridad, y parece que para mucha gente, le pido a mi Poder
Superior me ayude a tener lo que él considere necesario y que yo pueda manejar.
En el aspecto material también necesito sobriedad. La felicidad no
proviene de cuánto puedo comprar sino de mis actos correctos. La vivencia del
Bien es lo que me hace feliz. Creo que lo que dice la Sexta Tradición sobre los
grupos aplica también para las personas, o sea que nuestro objetivo primordial
es el espiritual. Nada debe distraerme de ese objetivo. Todo lo que soy y tengo
debe servirme para mi crecimiento. De lo contrario es inútil y terminará
perjudicándome. En la medida que viva los principios que me enseña en el
programa y que creo están inscritos en la esencia de toda persona, aunque no
todas se preocupan por seguirlos, seré feliz.
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