
Es tan común confundir echarse al hombro responsabilidades ajenas con apoyo. Alguien me preguntaba cómo hacer la diferencia. Para mí, apoyo es ayudar a alguien que está impedido para cumplir sus obligaciones. Ahora bien, si el impedimento es superable pero esa persona no hace el esfuerzo para salir adelante y más bien lo alimenta, no le estoy ayudando. Me vuelvo parte de su impedimento y no le permito superarlo porque no siente ninguna molestia. Le creo un área de confort. Si a un alcohólico no le permito experimentar el dolor que producen los efectos naturales de sus actos, no va a necesitar evitarlo sanando. El dolor físico es la alerta de que algo no está bien en nuestro cuerpo y también lo es el dolor emocional ¿Cómo voy a querer sanar algo que no me molesta porque me evitan la molestia?
En febrero del 2013 en mi país ocurrió un lamentable accidente. Un niño de 6 años y su madre murieron atropellados por un automóvil. Un buen samaritano les cedió el paso para ahorrarles caminar hasta el semáforo peatonal. Eso tuvo consecuencias desastrosas porque otro conductor, que no los vio, los embistió matando al niño en el acto. La madre murió en el hospital. Para mí eso ejemplifica el mal que nuestras buenas intenciones pueden hacer por evitar una molestia, pero necesaria. Hay un orden a nivel espiritual que no debemos alterar.
C.G.
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