
Ganar seguridad en mí mismo ha alejado a muchos temores y me ha hecho menos moroso. No quiero volver a sentir la ansiedad que produce dejar algo para después. No quiero experimentar la culpabilidad que me produce no haber hecho algo tan bien como pudo quedar por falta de tiempo o no hacerlo del todo. Al detectar que voy a posponer, pido la fuerza para cambiar lo que puedo y pongo manos a la obra. Quizá empiece lentamente y por lo menos dificultoso. Luego voy aumentando el ritmo. A medida que voy viendo el progreso, mi interés aumenta y al final estoy totalmente dedicado a ello. La ansiedad producida por la morosidad es reemplazada por la satisfacción de la labor cumplida. Otra vez la práctica de los principios espirituales me han salvado de mi propensión a auto sabotearme que una vez más quería impedirme progresar.
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