
Mi padrino me decía que el programa de
Alcohólicos Anónimos, que nuestros grupos adoptaron, en realidad no era
un programa para dejar de beber sino una guía sobre cómo se debe vivir.
Al vivir de manera coherente con la forma a la que se está llamado por naturaleza
a hacerlo, se desarrolla una armonía interior que contiene la adicción.
Es un efecto secundario de ese maravilloso cambio que se realiza en la
persona. Esa forma de vida conlleva ser solidario con los demás. Es vivir
en el amor por lo tanto no puedo ser indiferente. Me tengo que interesar
por los demás y aunque no puedo cambiarlos, puedo extenderles una mano amiga.
Si soy solidario mucho menos puedo usar a la gente para mis propósitos.
La consideración, la compasión, el entendimiento que desarrollo por mis
semejantes me impiden aprovecharme de ella.
Vivir el programa va más allá de
sanar emocionalmente o de solo "irla pasando". Es vivir a
plenitud y alcanzar enormes alturas en el plano espiritual que es amplísimo.
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