
No es de sorprender que yo desarrollara una gran ansiedad. En la familia nadie sabía cómo lidiar con un enfermo alcohólico y el ambiente familiar se tornaba un caos. Era un enorme peso que no sabíamos manejar y lo que produjo fue que la neurosis se fuera apoderando de cada uno de nosotros. ¡Si hubiéramos encontrado y seguido el Programa en ese entonces podríamos haberlo tratado correctamente! ¿Y cómo se debe tratar a un alcohólico? Con AMOR y RIGOR. Amor es tratarle con la consideración debida y rigor se refiere a establecer límites claros. Se le debe tratar como un ser humano y tenerse en cuenta su condición de enfermo, aunque debemos evitar la tentación de caer en la permisividad y codependencia. Para eso tenemos el rigor que marca las pautas a seguir y en las que debemos mantenernos firmes. El alcohólico echará mano de la manipulación que puede adquirir forma de ira o de auto conmiseración para evitar los límites y arrastrar a los demás a su juego neurótico.
He aprendido que las herramientas que nos da el programa y la comprensión que logramos de la personalidad del alcohólico (básicamente la de un niño inseguro y temeroso disfrazada de prepotencia), permiten a la familia sobrellevar ese enorme peso que de otra manera la aplastaría. Como beneficio adicional estaremos estimulando al enfermo para que busque su propia recuperación.
Es de suma importancia asistir a las reuniones y aprender cuanto sea posible para lograr pensar y actuar de una manera que nos permita vivir felices y enfrentar de manera efectiva el fantasma del alcoholismo.
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