
Puedo tener fe de conseguir algo, pero si no hago nada no lo obtendré. Tampoco puedo esperar resultados que me beneficien si estoy actuando mal. Algo que me ha costado aceptar es que no puedo esperar que todo lo que quiero lo recibiré. Así que los resultados se los dejo a Dios y confiaré en que todo saldrá de la mejor manera, aunque no sea la que yo esperaba. Al tener fe obtengo la serenidad para no caer en la desesperanza, que luego me llevará a la angustia y me hará tomar malas decisiones.
Algo que me ayuda a acrecentar mucho mi fe es el leer en nuestra literatura las experiencias de los miembros de la hermandad o escucharlos en las reuniones. Darme cuenta de que mucha gente ha salido avante de situaciones tan desesperadas, mucho más que la mía, de mano de un Poder Superior, me da ánimo para no rendirme ante mi incredulidad. Hoy comprendo que cuando le pido fe a mi Poder Superior, lo que me dará son los medios para cultivarla y fortalecerla, incluyendo oportunidades para practicarla.
Con la fe camino seguro por la vida y fortalezco el vínculo con el Dios de mi entendimiento.
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