
El análisis que hice en mi Quinto Paso sacó
a la luz tantos aspectos negativos que dañaban mi vida y la de otros, que sentí
urgencia por sacármelos de encima. Ese deseo por
dejar de lado ese triste equipaje y de alcanzar una forma de vivir plena me
alentó a tomarme con seriedad el disponerme a cambiar. Le expresé a mi Poder
Superior deseo y que me sometería al proceso de cambio que conlleva el Paso
Siete. Estaba preparado para realizar un cambio de actitudes que podrían a
prueba esa alta disposición de liberarme. Todos queremos la libertad interior,
pero pocos tienen el suficiente coraje realizar el trabajo que exige lograrla.
Nos puede entrar miedo de abandonar nuestra zona de confort. Habrán defectos de
carácter que consentimos y justificamos y que no querremos dejar ir. Por eso es
que la disposición es primordial. El Poder Superior nos toma la palabra cuando
decimos que queremos cambiar Si no estoy comprometido para el cambio, no me
prepararé adecuadamente, y cuando por la gracia de Dios se presenten las
oportunidades de hacerlo, recaeré en mis viejas costumbres. Mi decisión de
cambiar debe ser firme, sino permaneceré prisionero de mis defectos de carácter
y sufrimientos vanos.
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